jueves, 26 de marzo de 2020

Jn 5,31-47. Una vida de verdad







31«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. 33Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. 34No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. 35Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. 36Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. 37Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, 38y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis. 39Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, 40¡y no queréis venir a mí para tener vida! 41No recibo gloria de los hombres; 42además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis. 44¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? 45No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. 46Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».


Los testimonios sobre Jesús, el del Padre en sus obras y el de las Escrituras, no son creídos y Él rechazado. Pero lo que le preocupa es lo que esto supone para quienes no lo acogen: «¡Y no queréis venir a mí para tener vida!».

¿Acaso no vivimos todos? ¿No tenemos todos una vida? Sí, todos vivimos, aunque esa vida, que en común tenemos con los otros seres vivos, esté ahora seriamente amenazada por un virus. Pero los hombre, además de vivir, tenemos una vida. Tener una vida es algo que tenemos en común con los demás seres humanos, pero esa vida la tenemos por hacer al nacer y cada uno la va configurando de distinta manera.

Pues bien, esa vida está puesta en cuestión también. Podemos tener la idea de que ese estar puesta en cuestión lo es solamente en un paréntesis, que luego podré retomar mi vida. Pero, si mi vida puede ser puesta entre paréntesis, ¿no será que es poca vida? Es más, si esa vida está amenazada por el término de la otra, ¿hasta qué punto es vida?

Esa vida no es la profesión sin más, pues una misma lo puede ser en función de muy diversos fines. Uno puede ejercer su profesión simplemente para ganar dinero, otro por el prestigio que le reporta, aquél porque no tiene más remedio, habrá quien la ejercerá por el gusto que encuentre en ella, etc.

Todos nuestros quehaceres están en función de un fin último. Pues bien, ese fin último será el que defina cuál sea nuestra vida, será aquello de lo que en última instancia podremos decir: "Mi vida es...". Aquello a lo que verdaderamente podremos decir: "Tú eres mi vida".

Y aquello para lo que vivimos esperamos que revierta sobre nosotros plenificando nuestra existencia. Aquello en que ponemos el sentido de nuestro vivir es aquello de lo que esperamos que nos dé sentido, que haga que nuestra vida merezca la pena ser vivida.

Lo que le preocupa a Jesús es que tenemos vidas que, de momento, parece que van dando el pego, que, de momento, parecen tener sentido y satisfacernos. Pero los hombre, que tenemos querencia a ser siempre y a ser más, no podemos satisfacernos con cualquier cosa, no podemos conformarnos con sucedáneos de vida, menos aturdirnos para no sentir que, en el fondo, esa vida que traigo entre manos es de mentira, es de pega.


Sólo una vida a la que nada pueda poner entre paréntesis, que no pueda ser amenazada por la muerte, solamente ésa puede ser llamada propiamente vida. Sólo una que satisfaga esa querencia a ser siempre y a ser más es la única que merece la pena ser vivida. Es la que ofrece Jesús y es Él mismo.

@GlosasM

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