miércoles, 6 de mayo de 2020

Jn 12,44-50. Claridad




44Jesús gritó diciendo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. 45Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. 46Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. 47Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. 48El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. 49Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. 50Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».


No nos bastan los hechos crudos, por más datos que tengamos, necesitamos y buscamos el sentido de los acontecimientos. Ciertamente se agradece que nos informen, que no tergiversen lo que está ocurriendo, que no maquillen lo negativo. También está bien que los ciudadanos pidamos que no nos mientan, que no nos oculten la verdad. Pero todo esto, sin embargo, es insuficiente.

Todo lo que podamos saber sobre la pandemia será bueno. Todo lo que nos esforcemos por conocer acerca del virus, lo que está pasando y pasará y todo lo que consigamos desenmascarar a lo embusteros será siempre poco. Pero por mucho que lleguemos a saber, siempre nos dejará un sabor insatisfactorio y no porque siempre se pueda arrancar más a la realidad sobre su verdad.

¿Qué sentido tiene todo esto que está pasando? No solamente qué sentido tiene en general, sino también para mí en concreto, qué significación tiene también todo esto en mi pobre y pequeña existencia y no únicamente, aunque también, en la historia.

Solamente desde Jesús, que «ha venido al mundo como luz» podemos entender lo que de verdad acontece. Únicamente su claridad puede dar nitidez a las figuras que en la penumbra de nuestra limitación quedan borrosas. Una luz la suya que lo es de eternidad.

Porque no necesitamos luz de pobre candil para entender una historia que fuera una rueda que girara por sí misma y sobre sí, no yendo más allá. Si eso fuera la historia y lo que tuviéramos fuera esa verdad, eso lo único que nos traería sería desesperación. Pero el sentido de la historia la trasciende más allá de ella misma y ese sentido de eternidad rompe cualquier tiniebla llenándola de la esperanza que solamente da el amor divino. Necesitamos al que es la Luz.

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