jueves, 29 de agosto de 2013

Mosaico eucarístico. Antífonas de entrada y comunión

Mi último libro ya está a la venta en papel bajo demanda, entre otros, en estos sitios:


Como e-book;

- Fnac

En México: Gandhi


En Colombia: Librería nacional

En Argentina: Tienda eBooks

En las librerías estará en septiembre.

Os copio la introducción en casi su totalidad para que os hagáis una idea:


Un mosaico se compone de teselas. El material con que se afronta cualquier creación la determina, y por ello, pese a la semejanza, por ejemplo, con un fresco, los elementos con que se compone el mosaico hacen que sea algo diferente: sin dejar de ser del todo un fresco, de alguna manera se acerca al relieve sin llegar a tocarlo. No es suficiente tener buena mano para el dibujo; las piedras, fragmentos de cerámica, etc. no tienen la manejabilidad del temple, gozan de una constancia en su superficie y una negación para la mezcla que parece una afirmación de la propia personalidad ante el artista, como si quisieran permanecer ante el futuro contemplador sin desaparecer desleídas en el todo.

La belleza de las teselas facilita que el resultado final sea una auténtica obra de arte, pero no lo garantiza; con los mejores materiales puede quedar frustrado el intento, al mejor dibujante le puede faltar humildad para dejar que esas coloridas superficies le digan cómo emplearlas. Sin embargo, pese a que el mosaico no sea bueno, el valor de cada una de las piedras no se pierde y el espectador puede disfrutar de la textura, riqueza cromática, forma individual y brillo que cada una de ellas le ofrece.

Este libro ha sido compuesto a partir de unas teselas de singular belleza y hermosura, las antífonas de entrada y de comunión de la Eucaristía. Pero, ¿qué son? ¿Qué papel tienen en la celebración?

Por sí mismas tienen un valor inconmensurable, pues en su casi totalidad son versículos bíblicos o están compuestas a partir de ellos, y las pocas que no lo son tienen la hondura de la tradición.

En cuanto a las antífonas de entrada, la Instrucción General del Misal Romano (cf. nn. 47-48) dice que, cuando comienza la procesión del sacerdote y demás ministros, para «abrir la celebración, promover la unión de quienes están congregados e introducir su espíritu en el misterio del tiempo litúrgico o de la festividad, así como acompañar la procesión del sacerdote y los ministros» (n. 47) se puede emplear como canto de entrada «la antífona con su salmo como se encuentra en el Graduale Romanum o en el Graduale simplex» (n. 48). Mas, si no hay canto, o bien un fiel o bien el mismo sacerdote han de leer la antífona, a no ser que éste la adapte a modo de monición. Como canto de comunión, dice la Instrucción General del Misal Romano, puede entonarse «la antífona del Gradual Romano, con su salmo o sin él, o la antífona con el salmo del Graduale Simplex» (n. 87).

Esto nos hace barruntar la ganancia que cobrarían nuestras celebraciones si, al comienzo y en el momento de la comunión, se cantaran las antífonas con los salmos correspondientes, no sólo por tratarse de palabras bíblicas, por tanto, divinas, sino también porque Dios nos da en ellas palabras sobre la eucaristía, nos habla sobre el misterio. Pero, a la par, son una palabra de la Iglesia sobre el hontanar y cima de su vida, pues nace de la Eucaristía y es su plenitud. De ahí que esta riqueza de las antífonas lo sea también para la conformación del creyente al sacramento del altar, al misterio pascual, y para la oración, tanto para prepararse a participar en la celebración como para dar gracias por el don recibido en la comunión. Mas, como su vida toda ha de ser eucarística, son asimismo envío y modelo para el amor.

Las antífonas nos ayudan a celebrar, a vivir y a profundizar en la Eucaristía. Y este libro, en realidad, no pasa de ser un pequeño devocionario eucarístico. Devocionario, por cuanto los pequeños comentarios que se hacen a raíz de cada antífona sólo pretenden ser una ayuda para la oración, aunque bien pudiera sacarse de ellos otros frutos. Pequeño, pues, ante el sacrificio de la nueva alianza, sólo con la gracia nuestras obras pueden atreverse a decir algo. Pero también porque, como comprobará el lector, solamente se han glosado algunas, las de las celebraciones más señaladas del año litúrgico, y dejado en el tintero todas las antífonas del ofertorio; y, ni que decir tiene, por las propias limitaciones del autor. Y eucarístico, pues la única intención es que el centro sea la Eucaristía.


Lo peculiar de las teselas eucarísticas, a diferencia de las materiales, es que en cada una está el todo y, al mismo tiempo, el todo remite a cada una. Por ello, aunque la lectura bien puede seguir el ritmo del año litúrgico, cada una tiene vida por sí misma y pueden degustarse con independencia de un tiempo concreto. De ahí que las lecturas que pueden hacerse del libro sean muchas. Al ordenar el conjunto, que fue apareciendo originalmente en forma de entradas del blog Glosas marginales, me pareció lo más oportuno hacerlo por tiempos litúrgicos, pero si el Espíritu lleva al lector por otro rumbo, no lo dude. Sólo deseo que este pobre libro te ayude a vivir el sacrificio de la Cruz.