miércoles, 29 de abril de 2009

Amagando y confundiendo, llegamos

Me remito al artículo homónimo de LD. Los comentarios al mismo podéis dejarlos aquí.

Voy a estar sin internet unos días, pero volveré.

El Mesías de Händel XLVIII

A esta altura de la primera parte del oratorio, cuando está a punto de terminarse la misma y como colofón a ella, el texto da un giro inesperado. La cita del evangelio de S. Mateo, los primeros versículos en la voz de la soprano y el último interpretado por el coro, cambia de persona verbal y es interpretada en tercera del singular en vez de en primera. Es decir, en vez de ser pronunciados por Jesús se refieren a Él. Empecemos con el aria de la soprano.
Venid a Él todos los que estáis cansados y agobiados y él os aliviará. Cargad con su yugo y aprended de él, que es manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso (cf. Mt 11,28s).
Hemos escuchado varios testimonios sobre Jesús, tras el nacimiento. Primero el ángel y después unos oráculos proféticos que, de ser promesa y anuncio de lo que iba a ocurrir, se han convertido en testimonio de lo acontecido y manifestación de su significado profundo.

Ahora nos encontramos con algo distinto. Es la voz de alguien que ha creído en Jesús y que desde Él, pues forma parte de su cuerpo, la Iglesia, hace una llamada. Quien ha creído se ha convertido en testigo y ha hecho suyas las palabras de Jesús. Pero aunque hable desde Él y con sus palabras, sin embargo, no es Jesús.

Por ello, el cristiano aunque, en la medida que esté unido y se haya configurado a Cristo, hable desde la Iglesia y sus palabras sean las de Jesús, precisamente porque está unido a Él, no remite a sí mismo, sino al Señor.

Unas palabras que hablan de la situación del hombre, de Jesús y de lo que encuentra el hombre en Él, es decir, el cumplimiento en sí mismo de lo anunciado en los profetas. Y estas palabras nacen de la experiencia que ha tenido el que da testimonio. No habla de teorías aprendidas, sino desde su vida vivida en la vida que le ha dado Jesús como participación en la divina.

Continuaremos.

martes, 28 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLVII


Siguiendo la misma línea, la soprano, sirviéndose esta vez de un oráculo de la segunda parte de Isaías, seguirá cantando sobre la vida de Jesús. Sus milagros, eran signos que apuntaban a una obra más profunda que la mera sanación corporal. La clave de interpretación de ellos, lo que ellos anuncian, nos la da el oratorio así:

Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres (Is 40,11).
Precisamente el oratorio había comenzado con los primeros versículos de este oráculo, como recordaremos (Is 40, 1ss). De este modo y antes de la inminente conclusión de la primera parte de El Mesías, Händel hace, con este oráculo, una inclusión que abarca todo lo hasta aquí escuchado.

Esa venida del Reino de Dios en Jesús, tiene como trasfondo el caminar del patriarca Jacob de regreso a la tierra prometida (Gn 31,17s). Jesús viene a por su salario y su vuelta al Padre no va a ser en solitario: "Viene con él su salario y su recompensa lo precede" (Is 40,10).

El Buen Pastor ha salido a reunir a los hombres alejados de Dios y dispersos y va a cargar sobre sus hombros a la oveja perdida (Lc 15,4-7) no en solitario, sino con el resto del rebaño, pues el va a cargar, en su cruz, con todos los pecados.

Continuaremos.

lunes, 27 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLVI


Continúa la soprano hablando del Nuevo desde el Antiguo Testamento, a la par que éste del Nuevo cobra carne, hueso y sustancia. En esta ocasión, se trata de un oráculo de la primera parte de la profecía de Isaías.

Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará (Is 35,5s).

La llegada del soberano, que se acerca a reinar, había sido motivo de alegría, como habíamos comentado. Eso es precisamente lo primero que dijo Jesús en el comienzo de su vida pública. Ahora, la soprano nos hace un sumario con los versículos de Isaías de un aspecto de esa proclamación en acto del Reino de Dios, que no es otra cosa que Dios reinando.

Haciendo referencia a otro pasaje de Isaías (61,1s), en el que, también en apretada síntesis, se contienen los elementos esenciales de su misión, Jesús (Lc 4,,16-21) manifestó en la sinagoga de Nazaret que ese era el tiempo del cumplimiento de las promesas, de que los ciegos volvieran a ver.

Y cuando los discípulos de Juan Bautista le preguntan si es Él o tienen que esperar a otro, la respuesta de Jesús hace referencia al cumplimiento, entre otros, de este pasaje (Mt 11,2-6).

Händel, con las palabras de Isaías, nos está diciendo que se ha inaugurado el tiempo del cumplimiento, que Dios está ejerciendo, en Jesús, su soberanía en la Historia . En el ámbito de su dominio, podemos recobrar la vista para ver su amor en nuestra pequeña historia personal; podemos recuperar el oído, para poder escuchar su palabra como divina y no solamente como humana; podemos volver a correr por el camino de sus mandatos (Sal 119,32; Hch, 3,8); y podemos volver a cantar la misericordia de Dios.

Continuaremos.

domingo, 26 de abril de 2009

Un hecho más que histórico. Lucas 24,35-48

En continuidad con el episodio de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35), el evangelio (Lc 24,35-48) de este tercer domingo de Pascua, tiene uno de sus intereses en la historicidad de la Resurrección. Lo que es mucho más que decir que sucedió algo, porque un suceso no es de suyo algo histórico, aunque en lo histórico tenga que suceder algo.

Jesús se muestra a los discípulos y hace que ellos lo vean; pero además les abre el conocimiento para que entiendan las Escrituras. La resurrección de Jesús es un suceso con una significación histórica y más que histórica.

En el ámbito de la funcionalidad natural, unos fenómenos se suceden a otros, a las causas suceden los efectos. En la historia humana, esto tiene que ser así, porque los hombres tenemos un componente material que es nuestro cuerpo. En la historia, hay sucesos, unas cosas se suceden a otras.

El cuerpo de Jesús a esto no hace excepción. Su resurrección es un suceso al que además suceden otros sucesos. En la tumba había un cadáver y después hay una tumba vacía; ahí ha sucedido algo. La piedra cegaba la entrada de la tumba y después está corrida; ahí ha sucedido algo. Al cadáver le ha sucedido un cuerpo vivo que, si se da a conocer, da lugar a nuevos sucesos. El hecho de la comida (Lc 24,41ss) subraya este aspecto; ese cuerpo produce efectos en el ámbito de la funcionalidad natural.

Pero este aspecto, aunque imprescindible, es insuficiente para que podamos hablar de acontecimiento histórico. Los hombres somos criaturas materiales, pero no solamente eso. Por ello, la historia no es simplemente una sucesión de fenómenos. La historia es el ámbito de la significación y el sentido, es el lugar de alumbramiento de posibilidades, es espacio de creación.

La Resurrección es alumbramiento de posibilidad. ¿Pero qué tipo de posibilidad? Y aquí la Resurrección sobrepasa el mero acontecimiento histórico humano. En primer lugar, porque no es consecuencia ni de causa natural ni de causa histórica humana. Pero además el efecto desborda lo creatural en lo que al cuerpo de Jesús respecta y por cuanto la posibilidad que alumbra va más allá de lo histórico humano.

Se trata de un acontecimiento que tiene que ver con el misterio divino; un acontecimiento que presenta dos vertientes: la glorificación de un cuerpo y el alumbramiento de una posibilidad, el perdón y la divinización para todos, en cumplimiento de lo ya acontecido como promesa en la historia de salvación, y cuya puerta de acceso es la conversión.
Así estaba escrito: El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos (Lc 24,46s).

sábado, 25 de abril de 2009

Antífona de Comunión P-DIII B / Lucas 24,46s

Así estaba escrito: El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos (Lc 24,46s).
Este domingo, de nuevo, la antífona retoma un pasaje del evangelio que se ha proclamado en la celebración. Un paso que, a su vez, tras la noticia que dan de lo ocurrido los discípulos de Emaús, retoma y amplifica lo que ha ellos les ha pasado. Jesús se muestra, se hace perceptible y hace percibir, y lo hace enraizado en la historia del obrar de Dios para los hombres.

Su muerte y su resurrección son el cumplimiento de lo que Dios había prometido. Y, al cumplimiento de esas promesas, asistimos en la celebración. Al ser la eucaristía memorial del misterio pascual de Cristo, cada vez que en la misa se muestra a la adoración y fe de los fieles, estamos asistiendo a estos versículos.

Cuando se dice, tras haber mostrado el pan y el vino, primero: "Éste es el sacramento de nuestra fe" o alguna de las otras dos fórmulas. Después, mostrándolo: "Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Y finalmente, también mostrándolo: "El cuerpo de Cristo". Se muestra, para ser conocido por la fe y reconocido, Aquél que ha padecido y resucitado conforme a lo prometido en las Escrituras.

Pero, también, especialmente al ir a comulgar, resonando en nuestro interior esta antífona, el amén, es un sí al envío que es, por sí mismo, también el misterio; es cumplimiento para que todos participen en él. Comulgar es participar de la Pascua y es aceptar el envío a predicar la conversión y el perdón de los pecados en nombre de Aquél que comulgamos y que ha muerto y resucitado para nuestra salvación.

viernes, 24 de abril de 2009

Relación virtual, perversión real

Ayer no estuve muy fino. Os remitía a una noticia y, aunque estaba el enlace, no hacía una breve síntesis de ella. Por ello, perdonadme. Hoy vamos a por otra. Aunque preferiría seguir comentando los textos de El Mesías de Händel, tendremos que dejarlo para otro día. Es que me parece importante esta información porque "indica lo que denota".

¿Será algo sobre guantes? Es de "guantes" virtuales. Hay una empresa que está desarrollando una máquina para tener, como cursimente se suele decir ahora, relaciones íntimas sin necesidad de tocar a la otra persona. En principio, te lo venden como una máquina que permitirá contacto con la pareja -no seamos carcas y evitemos términos como cónyuge- cuando de ella se esté a gran distancia.

Es una noticia importante por varios motivos. Primero porque, para muchos, será un logro de la diosa ciencia, gracias a la cual, su profetisa, la técnica, logrará llevarnos a través del éxodo del progreso a la tierra prometida de la felicidad... terrestre, por supuesto.

Además nos dice abiertamente qué se entiende por sexualidad en nuestra cultura. De aquélla, hemos desgajado la reproducción; puede quedar en suspenso indefinidamente o llevarse a cabo por manufactura: niños probeta, selección de embriones, clonación. Estas manufacturas -insisto en la palabra porque es muy expresiva de lo que pasa-, aunque no en todos los casos, suelen ir combinadas con la eliminación de seres humanos, ciertamente en su fase embrional, pero tan seres humanos como un pivot de la NBA.

Ahora, al no ser necesaria la presencia, queda aún más clara la tendencia a que la sexualidad sea, para nuestro mundillo, sinónimo de masturbación. Es verdad que muchas veces lo es en pareja, con reciprocidad. ¿Pero es un acto de autodonación al otro? ¿Por qué la gente tiene miedo a casarse? ¿Por qué culturalmente el consentimiento matrimonial lleva implícito que no es para toda la vida? ¿Por qué muchas veces no hace falta ni conocer el nombre del otro?

Tercero. Empezará siendo para tener in-tacto y, al final, será para evitar el tacto. Consecuencia lógica y afirmación del individualismo atroz y, por qué no decirlo, del miedo al otro que tenemos. Miedo que acaso se soporte en la falta de fundamento último. Las relaciones virtuales aumentan en nuestro mundo.

Recuerdo un relato de ciencia ficción, creo que de Asimov -seguro que algún contertulio del blog nos podrá sacar de dudas-, en el que había una trama policial en un planeta en el que los habitantes no tenían contacto físico ni relaciones sexuales tal y como las habíamos entendido hasta ahora. Pero sí hubo un asesinato.

Seguro que, dándole vueltas al magín, os dice más cosas esta noticia. Si es así, adelante con los comentarios.

jueves, 23 de abril de 2009

De tu bolsillo


Decían que era solamente no criminalizar a unas mujeres después de una decisión traumática; algunos así se lo creyeron. Para el que no termine de convencerse, esta noticia es clara.

No se trata de despenalizar, ésta es solamente una pieza del mecanismo. Se constituye un derecho y además como fundamental. Si solamente fuera un derecho, como practicar deporte, cada uno lo ejercería o no, pero a su costa.

Se está constituyendo el aborto como derecho fundamental. Y tú y yo lo pagaremos, será gratuito. Pero ahí no quedará todo. Como será un derecho fundamental, proliferarán las ONGs con voluntarios que se sentirán buenos ayudando a abortar y esas organizaciones las subvencionaremos todos.

Es verdad que ya va dinero público, es decir, tuyo y mío, a esta finalidad, pero la marcha va a que esto tome dimensiones astronómicas. Y además como derecho fundamental. Lo cual es, dentro de lo terrorífico, lo más terrible de todo. Porque esto viene a confirmar una tendencia de nuestra cultura. Los derechos fundamentales no serían algo inherente a cada hombre, sino algo constituido por él. No descubierto, sino que sería inventado. Consecuencia inevitable de ver al hombre como sólo materia.

Dicho de otra manera. No habría en realidad derechos fundamentales. No solamente se despoja del derecho a la vida al nascituro, sino que todos quedamos sin derechos fundamentales; solamente habrá convenciones sociales. Y, como escarnio, además de esclavizados, pagamos el látigo y las cadenas.

miércoles, 22 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLV

Tras el unísono canto de alabanza de los ángeles y los hombres, vuelve la misma soprano con la que empezaron a cantarse los textos de NT. Pero ahora en su voz sonará un oráculo profético. El AT se reconoce en el Nuevo y éste realiza a aquél. Es la misma palabra, solamente hay una.

Con el anuncio del ángel, no solamente canta el coro que interpreta el oratorio con las miríadas celestes, sino que también se regocija todo el Antiguo Testamento, anticipo del gozo que experimentará Adán y todos los justos muertos, cuando Jesús descienda a los infiernos a anunciarles, Él mismo, la salvación.

"Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; [...] dictará la paz a las naciones" (Za 9,9s).
La Encarnación es la venida del Rey a ejercer su soberanía. Es una buena nueva, el Reino de Dios está cerca. Viene justo y victorioso, pero en la humildad de un pesebre como alta cuna, de un pollino como cabalgadura, de una cruz como trono. Y al final de los tiempos en gloria sobre las nubes.

Esto es motivo de regocijo para Jerusalén y también para los paganos. No va a dictar la paz a los vencidos por las armas, a someterlos bajo la soberanía de un Israel terreno, sino que va a darles la paz de la comunión de todos y toda la creación en su amor.

[Nota: el texto inglés, el que se canta, de la KJV traduce "Saviour", igual que la Vulgata, en vez de victorioso. Desde el poquísimo hebreo que sé, ambas lecturas me parecen posibles, aunque el contexto guerrero invitaría a inclinarse por victorioso, como hace la traducción española para la liturgia]

Continuaremos.

martes, 21 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLIV


Después del pequeño salto del libretista, una multitud de ángeles se junta tras las palabras del enviado divino, alabando a Dios (Lc 2, 13).

La misión del ángel, como la de cada uno, es individual, pero nunca está desgajada de los demás. En el caso del creyente, la misión siempre es eclesial. Pero además de la dimensión comunitaria, este versículo nos da a conocer algo crucial, las noticias sobre el acontecer de Dios en la Historia siempre van unidas a la alabanza, porque el obrar divino, la grandiosidad de su acción amorosa, despierta al reconocimiento de ella.

Las palabras sobre Dios, cuando no van envueltas de alabanza, cuando no desvelan en su fondo la glorificación divina, serán solamente dichos que aparentemente tengan que ver con Él, pero no hablarán vitalmente desde Él. Las palabras enraizadas en el obrar misericordioso de Dios vibran desde su grandeza amorosa.

Y las miríadas de ángeles, poniéndoles voz el coro de nuestro oratorio, dicen: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama" (Lc 2,14).

El Salmo 29 comienza así: "Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor" (29,1s). Y termina así: "El Señor bendice a su pueblo con la paz" (29,11).

Entre medias, el salmista, como motivo de glorificación, canta a la voz de Dios. En Cristo, en su Hijo, ha sonado su voz salvíficamente para sus elegidos: su Palabra se ha hecho carne. En Jesús, Dios reina sobre todo y es salvación para el hombre: "El Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor se sienta como rey eterno. El Señor da fuerza a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz" (29,10s). La división ocasionada por el pecado llega a su fin.

Ángeles y hombres unidos en un mismo coro cantan lo mismo y por lo mismo: "En su templo un grito unánime: ¡Gloria!" (29,9).

Continuaremos.

lunes, 20 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLIII

En la música son muy importantes los silencios. En el Mesías de Händel hay uno muy famoso más avanzada la obra, pero ahora nos encontramos con uno del libretista. De repente, al ángel se juntan miles de ellos (Lc 2,13), pero queda sin cantarse un versículo, que destaca por su ausencia, que no pasa desapercibido a la memoria del oyente: "Y aquí tenéis una señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2,12).

Hechos y palabras van íntimamente unidos en la Biblia. La vida pública de Jesús son dichos y actos suyos, la significación va unida a la realidad y una y otra se reclaman mutuamente. El Niño en el pesebre tiene un significado que es donado por el mensajero divino a los pastores, pero las palabras del ángel no son al margen del Niño.

Los hombres que no son contemporáneos de esos pastores tienen también una señal para creer otro anuncio, el de la resurrección de Cristo. Porque la fe no prescinde de que seamos hombres,  hay una perceptibilidad para el que recibe por primera vez el anuncio del evangelio. ¿Dónde ver el cuerpo glorioso de Cristo? ¿Dónde tiene visibilidad el anuncio de su resurrección?

Dios se puede servir ciertamente de cualquier cosa, pero su Iglesia es el cuerpo de Cristo y nosotros somos miembros suyos: "Que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí" (Jn 17,23; cf. 13,35).

Para el que recibe el anuncio, es señal; para el creyente, es la tarea del amor recíproco entre los miembros del cuerpo, que no es una conquista nuestra. Al ser amor divino, el Amor que hay entre las tres divinas personas, es un don que la oración de Jesús en la última cena nos alcanza.

Continuaremos.

domingo, 19 de abril de 2009

Ver para creer. Juan 20, 19-31

Termina el evangelio de hoy (Jn 20,19-31) haciendo una mirada restrospectiva a todo él. Jesús hizo otros muchos signos, en este libro sólo se han consignado algunos, desde el de las bodas de Canaa hasta las apariciones del Resucitado. Y se ha hecho para que creamos que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios, de modo que creyendo tengamos vida en Él.

En la antigüedad, las cosas se escribían más que para ser leídas, para ser escuchadas. Estamos acostumbrados a tener nuestros libros y leer sin pronunciar, sin sonidos, para nosotros mismos. Los cristianos primitivos, y hasta no hace mucho, no tenían libros. La Biblia era, ante todo, algo que oían proclamar. Y, antes de la conversión, también hoy, el que no cree oye, de viva voz, el testimonio de alguien. El centro de ese testimonio es confesar que Jesús ha resucitado.

Antes de la Pascua, los discípulos veían, oían, olían, tocaban , etc. a Jesús, y, al besarlo, también lo gustaban. Después de su muerte y resurrección, los sentidos no van a dejar de tener importancia; creer, contrariamente a lo que se suele opinar, no es una acción asensorial. Y es que no creemos incorpóreamente, por eso lo material es tan importante en los sacramentos.

La cuestión es qué se ve ahora, qué se escucha, qué se... "Dichosos los que crean sin haber visto" (Jn 20,29) ¿Pero sin haber visto qué? En el mismo capítulo, unos versículos antes, del discípulo amado se dice que "vio y creyó" (Jn 20,8). Y nosotros vemos también la tumba vacía y oímos sus palabras, pero lo que no oímos es su voz y lo que no vemos es su figura.

Los animales ven, pero no ven realidad. Más allá de que sean signo de respuesta las cosas que ven, no ven que las cosas sean con independencia de que estimulen para una respuesta. Las cosas para ellos no son reales. Con los ojos de la fe, al ver una tumba vacía se percata uno de algo más que la realidad que de suyo es. Y, gracias a la fe, las palabras que oímos las oímos como son en verdad, no como simple palabra humana, sino como palabra divina. Sto. Tomás tuvo la posibilidad de oír el testimonio de los otros discípulos y creer.

Hay que ver y oír para creer.

El tilo de Piedrahíta

A Fausto q. e. p. d.

Tengo tu tilo en mi mente,
donde mi paso esperabas,
donde la sombra ululaba
de una valla el silencio.

Hoy verdes brotes echaba
por agua de lluvia arrullado
y enredo de aire jugando.
Nadie bajo las ramas.

Tras que tu tiempo se fuera,
el tilo no te cobija;
qué mudo aparece ahora.
Capilla es para un rezo.

sábado, 18 de abril de 2009

Antífona de Comunión P-DII / cf. Juan 20,27


Trae tu mano y toca la señal de los clavos; y no seas incrédulo, sino creyente (cf. Jn 20,27)
Mañana, después de que se hayan proclamado dos apariciones de Jesús resucitado en un solo relato (Jn 20,19-31), con estas palabras el mismo Señor nos invita a acercarnos a comulgar.

Él se hace presente, un domingo más, como en ese pasaje evangélico lo hace dos domingos seguidos. Pero ahora sacramentalmente. Y nos invita a entrar en contacto con Él, a comulgar su cuerpo.

El Cuerpo del Resucitado está glorificado, no ha conocido la corrupción del sepulcro; no ha sido reanimado simplemente el cadáver, como ocurrió con su amigo Lázaro, para volver a esta misma vida y tener que morir. Su Cuerpo ha resucitado y está en la gloria eterna

Pero su cuerpo tiene las señales de su pasión. Su cuerpo es testigo de su historia, porque la corporalidad de un hombre es más que biología, sin dejar de serlo. Y la invitación de Jesús es a comulgar no su cuerpo abstraído de toda circunstancia, sino su cuerpo "pascual", que está unido a su alma humana y a su divinidad; pero que es el cuerpo de Alguien que ha tenido una historia humana, en la que en medio de nosotros ha acontecido la misericordia de Dios.

En su cuerpo glorificado, está glorificada toda su historia y estamos invitados por Él a entrar en comunión con todo Él. El ministro nos dirá: "El cuerpo de Cristo". Y Jesús nos dice que no seamos incrédulos, sino creyentes. Y, si es así, respondemos: "Amén".

viernes, 17 de abril de 2009

Creyentes sin fe


Esta noticia, que me he encontrado hoy, me ha despertado sensaciones paradójicas. ¿Por qué? Porque que haya un pastor ateo en una confesión protestante es algo chocante, absurdo, contradictorio; pero, al mismo tiempo, es algo que no choca, parece algo perfectamente posible y no en abstracto, sino aquí ahora.

Es más, si me lo dijeran de un párroco católico, me pasaría algo por el estilo. Lo cual es una tragedia. No sólo por el hecho en sí, sino porque lo impensable hace no demasiados años, parece posible en el paisaje como algo, aunque no normal, tampoco exótico. Y esto es algo que pasa en otros muchos órdenes de la vida social (aborto, pseudomatrimonio homosexual, promiscuidad, corrupción de los políticos, eutanasia, cambio de sexo, etc.) y eclesial. El susto lo tenemos ya amortizado.

¿Inhibición de las autoridades eclesiales? Seguramente. Esto parece que es de lo que más preocupa en el artículo. Y, por lo que se ve en algunos periódicos y blogs, se antoja que esto es lo que más preocupa a muchos entre los católicos. Es verdad que los obispos y el papa tienen una responsabilidad muy específica. Pero de ello somos responsables todos.

Es evidente que alguna anormalidad siempre se puede dar, hasta hubo un Judas entre los Doce. Pero cuando la frecuencia es alta y la reacción baja, el problema cambia de cariz. Y uno de los problemas añadidos es que preocupe casi únicamente la inhibición de las autoridades y que casi lo único que alarme sea la heterodoxia o incluso ateísmo de los pastores.

Sí, esto es grave, pero la inhibición del resto de la comunidad empeora aún más el problema. Si no lo toleráramos todos, por parado e indeciso que fuera el obispo, no ocurriría. Es más, actuaría , aunque sólo fuera por las banderillas negras que le hubiera puesto el resto de fieles.

¿Que hay pastores que, por lo que dicen, traslucen una fe cuando menos poco sólida? Sin duda. ¿Pero qué fe tienen quienes reciben los sacramentos? Hace unos días un sacerdote me dijo con dolor y castizamente que aquí se confirman hasta los gatos.

Cuántas veces recuerdo eso que decía Kierkegaard, que la cristiandad juega al cristianismo.

jueves, 16 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLII

[<—El Mesías de Händel I—]

Continuamos glosando (Lc 2,9s.13) lo que nos canta la soprano.

La noticia que reciben los pastores, lo mismo que en el caso del Resucitado, no es para un conocimiento individual, la alegría lo es para todo el pueblo. Dios se da a todos y, al hacerlo, posibilita que nosotros nos demos a los demás. Porque la vida divina que nos trasmite no es anulación de nuestra condición humana. Es vida divina, pero nuestra vida sigue siendo humana. Y yo, todos nosotros, somos con otros.

"Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor" (Lc 2,10). Ésta es la noticia. Se trata de un acontecimiento histórico, aunque desborda la mera historia humana. Algo ha acontecido en un tiempo y un lugar determinados. Algo que está en la linea causal propia del ámbito de la Historia. Pero es más que Historia.

Lo mismo que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, su acontecer en la Historia la desborda, porque es verdadera historia humana, pero también es acontecer divino. Además de la funcionalidad propia del ámbito de la historia, está también el obrar divino. Y otro tanto cabe decir de la Resurrección; hay un acontecer histórico y, por ello, es verdadera Historia, pero es más, sin dejar de ser historia humana, porque acontece el misterio divino.

Y parco de palabra el ángel, en preñada frase, nos da noticia de todo. Lo que ha acontecido es un nacimiento. Pero quien ha nacido es el Señor. Con esta palabra los piadosos judíos, por respeto, evitaban pronunciar el Santo Nombre revelado a Moisés en el episodio de la zarza ardiente. Es decir, quien ha nacido es Dios. Quien ha nacido tiene una misión, una encomienda, ser el Mesías. Es historia enraizada en un largo pasado; en esa función culminará una larga cadena de promesas. Y para mí, para cada uno, es Salvador. Jesús no se ha encarnado para un hombre en abstracto, sino para cada hombre concreto. Y cada hombre, fuera del Paraíso, es pecador y el acontecimiento lo es en una historia marcada por el pecado.

La noticia lo es sólo del nacimiento. Tras la Resurrección, la noticia es que se ha cumplido ya.

[Continuaremos]


miércoles, 15 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLI

[<—El Mesías de Händel I—]

[Hace ya algún tiempo que empezamos a glosar Lc 2,9s.13. Después de un paréntesis de algunas semanas en que nos hemos detenido en cuestiones cuaresmales, volvemos a la carga donde lo dejamos]

El ángel se dirige a los pastores que están envueltos en la gloria y extremecidos de temor y les dice: "No temás, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo" (Lc 2,10).

En medio de esa gloria escuchan una voz que les va a traer una novedad que va más allá de lo que pueda entender la inteligencia humana y que pueda ocurrir como efecto simplemente de la causalidad mundana. Toda noticia sobre el acontecer de Dios, sobre su intervención en nuestro mundo, si es de verdad noticia sobre Él, tiene un momento de desvelamiento de su misterio, porque el acontecer de Dios es revelación de Él mismo.

Los pastores no han sido testigos directos del nacimiento del Niño, nosotros tampoco lo hemos sido ni de la Encarnación ni del Nacimiento ni de la Resurrección ni de ninguno de sus misterios, pero de ellos, de Jesús nos llega la noticia. Ésta y su escucha presentan dos caras: su rostro creatural y lo sobrenatural.

Y toda buena nueva divina, como en la Resurrección, nos invita a salir del temor y nos llena de alegria, porque toda noticia de Dios es pregustación del gozo eterno.

[Continuaremos]

martes, 14 de abril de 2009

A mí también me engañó S. Pablo

Cuando estamos en medio de la celebración de la Resurrección de Jesús, leo esta entrevista. La comento no porque tenga una gran importancia en sí misma, sino porque refleja toda una mentalidad.

Hay un esquema -de éste es del que hablo- que se viene repitiendo secularmente (cf. Mt 28,13) por gentes de la más variada procedencia. Jesús fue solamente un hombre, luego vino la Iglesia, normalmente se subraya a continuación católica, que deformó al personaje. En esta falsificación, un papel relevante lo tuvo Saulo de Tarso. Lo que suele variar del esquema es a lo que queda reducido Jesús. En este caso, a un judío. En otros, será un antecedente revolucionario, un maestro de moral, etc. En unos casos se acentuará más la mala intención de la falsificación, en otros, será una deformación ingenua. Sobre la presente entrevista, que cada quien juzgue por sí mismo.

Desde luego, con esas dotes de falsificación o propaganda, creo que Saulo y compañía deberían de haberse dedicado a otras cosas. Hacer de un muerto en cruz un resucitado y Dios es una tarea compleja y más con los pocos medios materiales y humanos con los que contaban. No sé, puestos a hacer una falsificación tal vez yo hubiera empezado por algo más sencillo. Pero una vez conseguido lo difícil o, más bien imposible, los mejores impostores de la historia, en vez de explotar el engaño, se conformaron con vivir pobres y morir ejecutados.

Como propagandistas eran buenos, pero como estafadores no valían nada; no servían ni para tomarse un chato de vino de gorra. Sobre lo de Pablo y compañía, por lo poco lucrativo de su tarea, quien no crea puede desde luego pensar que estaban engañados, pero no creo que se pueda decir que engañaran.

Comprendo que alguien no crea en la divinidad de Cristo ni en su resurrección, pero me parece más respetuosa, por ejemplo, la postura de J. Neusner, el autor de Un rabino habla con Jesús. Desde luego se da cuenta de que va más allá del judaísmo. Lo más gracioso de la entrevista a la que me remito me parece que es que, afirmándose que Jesús ha sido el hombre más relevante de la historia, no aportara ninguna novedad respecto al judaísmo: "Jesús era un judío del siglo I, un rabino que enseñaba cosas, ¡todas en los textos de la tradición israelita, que Jesús estudió a fondo!"

Desde luego creo, como muchos, que una mutilación de Jesús es abstraer de Él su condición judía. Una de las mutilaciones que sufre de facto entre los cristianos es prescindir de su trasfondo veterotestamentario. Como mi pasión es Jesús, me encanta lo que me lleve a conocerlo más. Y algo en lo que debemos bucear más y más es precisamente en su trasfondo judío. Jesús no fue simplemente un judío, pero fue un judío del s. I.

Y María también; una verdadera devoción mariana no debería prescindir de este hecho.

lunes, 13 de abril de 2009

Antífona de comunión P-DI / 1 Corintios 5,7s

Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya (1Cor 5,7s).
El evangelista S. Juan nos hace ver en su relato de la Pasión que Cristo fue crucificado en el momento en que en el Templo era sacrificada la víctima del ritual de la antigua pascua judía.

Tanto en la Vigilia Pascual, como en la eucaristía del Domingo de Pascua, en el momento de la comunión, en plena celebración de la Resurrección del Señor, se canta esta antífona, si no es sustituida por otro canto eucarístico. Participamos del sacrificio de la nueva Pascua, pero la víctima está verdaderamente sacrificada y verdaderamente viva.

Pero estas palabras de S. Pablo además nos invitaban a celebrar el acontecimiento central de la historia, siendo nosotros panes ácimos. No se trata ya de retirar de la casa, como en la antigua celebración pascual, la levadura vieja. Sino de purificarnos de todo mal, para que seamos panes de sinceridad y verdad. Que toda nuestra vida no tenga otra finalidad que la Pascua, que toda la vida la esperemos de la Resurrección del Señor. Una vida, una existencia con una pura intención.

Toda nuestra vida, estos cincuenta días de Pascua en especial, estamos invitados a ser en medio del mundo esos panes ácimos de sinceridad que hagan presente la alegría de la Resurrección. Todos nuestros días, una celebración de la Pascua.

Y, en las manos del Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo, ¿qué llegarán a ser los panes ácimos de la sinceridad y la verdad?

¡Aleluya! Es decir: ¡Alabad al Señor!

domingo, 12 de abril de 2009

XV - Jesús resucita de entre los muertos. 1 Corintios 15, 4b-8

[...] y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vivien todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los Apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí (1Cor 15, 4b-8).
¿Habrá terminado aquí el Via Crucis? Subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. Y nosotros que queremos hacer camino con Él, estamos pendientes y deseosos de una última estación: su venida en gloria.

¡Feliz Pascua! Tenemos cincuenta días para celebrarlo y, claro, el resto de nuestra vida.

miércoles, 8 de abril de 2009

El ateo y el sermón de las palabras

Os remito a mi artículo en Libertad Digital. Podéis dejar aquí los comentarios.
Voy a estar estos días centrado en la celebración del Triduo Pascual, así que no haré entradas en el blog. Los comentarios no los moderaré hasta el domingo; no dejéis por eso de hacerlos, tarde o temprano aparecerán.

XIV - Jesús es puesto en el sepulcro. 1 Corintios 15,1-4a


Os recuerdo ahora, hermanos el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado [...] (1Cor 15,1-4a).
Jesús es puesto en el sepulcro. El Sábado Santo es un día de silencio y quietud; el día de la soledad de María; el día de la espera. Pero para Jesús, aunque muerto, no es un día inactivo.

Jesús va a la morada de los muertos, a los infiernos -que no es lo mismo que el infierno o lugar de los condenados- (CEC nn. 632-635). Todos los justos del AT esperaban la salvación y Jesús muerto va a anunciársela, va a tender la mano a Adán y también, cómo no, a todos los que obrando conforme a su conciencia, buscaron cumplir la voluntad de Dios.

La muerte no es un obstáculo para que Él lleve la vida hasta el último rincón de la creación. También la vida divina puede llegar hasta el último rincón de mi ser. Todas las inercias, todos los afectos desordenados pueden ser purificados por Jesús. Cuanto más muera a mí mismo, por gracia, más me uniré a su muerte y más estaré en comunión con su resurrección.

La cita de S. Pablo ha quedado interrumpida, los puntos suspensivos son un anuncio. El Via Crucis, el camino de la Cruz, no acaba en el sepulcro. El misterio pascual culmina en la Resurrección. Esperaremos al domingo para la entrada de la XV estación.

martes, 7 de abril de 2009

XIII - Jesús es bajado de la Cruz. Romanos 5,6-11

Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; más la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por Él salvos del castigo! Si cuando eramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación (Rm 5, 6-11).
Jesús ha muerto, está realmente muerto. Ha experimentado una de las consecuencias del pecado de Adán: su cuerpo está ahora separado del alma; su cuerpo es un cadáver. Está muerto. Ha ido voluntariamente a todos los sitios, pero ahora su cadáver tiene que ser bajado de la Cruz.

Ha amado a sus enemigos hasta morir por ellos. Sí, sus enemigos. Porque ese, desde el pecado de Adán, es nuestro punto de partida. Todos empezamos por ser enemigos de Dios, porque sin gracia no es posible amarle; la mera voluntad humana no puede abrazar a Dios.

Y, cuando eramos enemigos, dio su vida por nosotros, por cada uno, por mí. Se hizo hombre para hacer como hombre lo que yo, como hombre, no podía hacer. Si hizo eso por mí, cuando era su enemigo, ahora que por el bautismo soy hijo de Dios, ¿qué no hará por mí? ¡Con qué confianza puedo acercarme a pedirle perdón en el sacramento de la penitencia!

Y S. Pablo nos anima. Con qué confianza hemos de esperar su venida en gloria, el día del juicio. Si cuando éramos pecadores se dio hasta hacerse mortal y morir, ahora que pertenecemos a su cuerpo, cómo no se nos adelantará para irnos abriendo paso hasta la gloria.

Y la confianza no es para tentarle, para intentar manipular su generosidad, sino para que nuestra entrega no sea miedosa, para que no andemos medrosos por la vida, sino que seamos arrojados en el amor, hasta dar también la vida nosotros.

Jesús está verdaderamente muerto. Su cadáver se deja hacer todo, no ofrece resistencia; se deja bajar de la Cruz y también se deja contemplar: misterio de amor divino.

lunes, 6 de abril de 2009

Antífona de comunión C-DR / Mateo 26,42


Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad (Mt 26,42).
Al acercarse ayer el ministro a dar la comunión su movimiento era, como siempre, el acercarse de Dios, que va entre sus manos, a los hombres. Y el ir hacia Jesús sacramentado en la procesión de comunión es nuestra respuesta a Él.

Después de escuchar la Pasión, esta antífona quería subrayar algo. Jesús nos esta invitando a entrar en comunión con Él, es decir, a ocupar el último sitio, a servir y no ser servidos,... y también a beber su mismo cáliz (Mc 10,38).

Crecer espiritualmente es acercarnos al Huerto de los Olivos. Es que vaya creciendo en nosotros la imagen de Cristo de modo que nuestra disposición para comulgar sea la oración misma de Cristo antes de comenzar su pasión.

Con qué inconsciencia vamos algunas veces a comulgar. No serviría de nada un esfuerzo de nuestra voluntad para vivir, antes de hacerlo, lo que vivió Jesús en Getsemaní. Qué hermoso si Él nos diera la gracia de que desde nuestro interior brotara el deseo de que así fuera. Mejor si ese deseo se convirtiera en oración. Sin palabras con que expresarlo el que nos permitiera vivir con Él su angustia. Qué gozo inenarrable palpar que hasta ese extremo el Padre ha escuchado nuestra oración: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo".

domingo, 5 de abril de 2009

XII - Jesús muere en la Cruz. Colosenses 2,13ss

Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en Él, perdonandoos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz, y, destituyendo por medio de Cristo a los principados y autoridades, los ofreció en espectáculo público y los llevó cautivos en su cortejo (Col 2,13ss).
Aparentemente el relato de la pasión de S. Marcos no coincide con este pasaje de S. Pablo. En el evangelio, el letrero de la acusación es otro (Mc 15,21). ¿Son contradictorios?

En la vida de Jesús y en la Biblia, una cosa es lo que veían los contemporáneos -o lo que puede entender cualquiera leyendo- y otra lo que ocurría, que era más de lo que captaban con su inteligencia. En lo que a la Biblia respecta, se distingue entre el sentido literal y el sentido espiritual de la Escritura.

Usando una analogía, un perro, ante un hecho, interacciona con él simplemente de modo estimúlico. Ante lo mismo, el hombre se maneja con ello como ante una realidad, no simplemente como ante un signo de respuesta. El hecho es el mismo, pero la profundidad en que se sitúa el perro y el hombre es distinta y no es contradictorio lo uno con lo otro.

Compliquemos algo más el asunto. Un trozo de metal de suyo es lo que es y nada más. Pero los hombres podemos hacer que sea más, por ejemplo, una moneda. Seguirá teniendo las mismas propiedades metálicas que antes, el ser metal y el ser moneda no son contradictorios. Un trozo de yeso, de suyo es eso, pero con mi voluntad pasa a ser tiza, sin dejar de ser yeso.

Los ejemplos se pueden multiplicar y complicar. Pero lo importante es darnos cuenta de que el hombre no solamente capta más que un animal, porque está en el ámbito de la realidad y no del mero estímulo, sino que además puede, sin que cambie lo que de suyo es algo, que sea más.

Y si esto es lo que podemos hacer con las cosas, ¿qué será la historia en manos de Dios? ¿Qué podrá hacer de mí Dios si yo me dejo? Con la fe vamos más allá del estímulo y la mera realidad mundana y captamos los misterios de la fe.

Una tabla de madera, en manos de un hombre, pasa a ser un cartel con una significación determinada, pero en las manos de Dios lo que está siendo condenado es el pecado, el mal y la muerte. Una muerte es un hecho biológico; en manos de los hombres, una venganza, una ejecución, un asesinato, un acto de heroísmo, etc. En manos de Dios, la muerte de Cristo es mi redención.

S. Pablo y S. Marcos nos hablan de lo mismo, pero cada uno pone más en primer plano un aspecto. El que se enteró de lo que pasaba fue el centurión: "Realmente este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15,39).

Hoy ha salido un comentario muy poco devoto; espero que, al menos, no os haya calentado demasiado los cascos ni os haya emborronado lo que intentaba aclarar y que acaso estaba ya claro.

sábado, 4 de abril de 2009

XI - Jesús es clavado en la Cruz. 1 Corintios 1,22-25

Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos- un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más sabio que los hombres (1Cor 1,22-25).
Los judíos estaban acostumbrados a ver las grandes gestas de Dios en la historia. Los relatos sobre las teofanías del Sinaí, la liberación de Egipto, la conquista de la tierra, etc. pasaban de generación en generación. Estos signos eran grandiosos, pero externos a los testigos y además solamente eran perceptibles para quien estuviera presente en el momento de llevarse a cabo.

Esperanza judía tendríamos cada vez que esperáramos una gesta externa de Dios. Cuántas veces nos gustaría que Dios cambiara nuestras circunstancias, como si nuestra salvación o nuestra felicidad dependieran de ello. Entonces la crucifixión de Cristo es un escándalo. Nosotros querríamos que Dios interviniera en nuestra pequeña biografía personal, pero está quieto, clavado en un madero. "¿Por qué no obras con fuerza contra éste o lo otro? ¿Por qué no haces que pase esto? ¿Por qué has permitido que esto fuera así?"

Los griegos fascinados con el poder de la razón humana esperaban la salvación de los conocimientos. Todavía arrastramos esa inercia. La Ilustración, nosotros herederos de ella, esperaba que la razón llegaría a conocer la naturaleza y a través de ese conocimiento controlarla. El hombre podría ser feliz, porque todos sus obstáculos serían salvables. Pero la cátedra de Cristo parece un poco necia, la debilidad no es sabiduría para dominar.

La fe en un progreso indefinido, en virtud del poder de la razón humana, nos sigue seduciendo. Nuestra esperanza sería griega cuando en el futuro pusiéramos nuestra felicidad. Ahora no, pero llegaría un día en que sabríamos y entonces ya no habría más llanto ni dolor. La esperanza en el reino del hombre en la tierra, el paraíso socialista, la utopía de turno.

Y cuántas veces nos creemos que con saber mi vida espiritual avanzará. Qué pena da ver tantas catequesis o tantos caminos espirituales que son una transmisión nada más de nociones, por buenas y ortodoxas que sean. Cuántos esperan simplemente de un director espiritual que les aclare dudas, cuántos creen que con saber etiquetar los pensamientos quedarán vencidos.

O saber el dominio interior de uno mismo, como si la ascésis pudiera transformarnos. O llegar a la unión con el todo de la creación por el conocimiento, como si la naturaleza fuera suficiente para nosotros que lo que necesitamos es divinidad, como si disolvernos en el todo de la realidad nos saciara, cuando lo que necesitamos es ser divinos sin dejar de ser nosotros mismos.

La fuerza del crucificado es como un grano de mostaza, no parece grandiosa, y como un poco de levadura, no actúa externamente, sino que transforma desde el interior. La sabiduría del crucificado no son conceptos, es la Palabra poderosa que como semilla penetra en el interior y hace que la tierra pueda dar fruto abundante. Es fuerza y sabiduría divinizadoras.

viernes, 3 de abril de 2009

X - Jesús es despojado de sus vestiduras. 2 Corintios 8,9

Ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (2Cor 8,9).
La afirmación de S. Pablo resulta paradójica. Desde nuestras mentalidades cabría esperar que dijera que se hizo pobre para enriquecernos con su riqueza, pero no. Con lo que nos enriquece es con su pobreza.

El Hijo de Dios se hizo pobre, es decir, se hizo hombre. Nuestra divinización, esto es, nuestro enriquecimiento viene de ahí, de su humanidad. Porque es un hombre el que dice que sí a Dios, porque es un hombre el que lleva a cabo el fin para el que habíamos sido creados todos. La oblación de su cuerpo es el culto debido a Dios y nuestra salvación.

Y nosotros, enriquecidos con su pobreza, somos los que realizamos aquello que era el proyecto que frustramos con nuestro pecado. Es verdad que no es simplemente con nuestras fuerzas naturales, no es simplemente con nuestra memoria, entendimiento y voluntad meramente humanos. Pero enriquecidos con la gracia quienes decimos que sí somos nosotros.

Y es un doble enriquecimiento sobre una doble pobreza. Porque ser pecador es menos que ser solamente criatura de Dios. Pero ser solamente hombre sin la gracia es tener la pobreza de no poder realizar lo único que nos plenifica.

Jesús se dejó desnudar para que con su pobreza nos pudieran vestir en nuestro bautismo: "N. eres ya nueva criatura y has sido revestido de Cristo; recibe, pues, la blanca vestidura, que has de llevar limpia de mancha ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo, para alcanzar la vida eterna" (RICA 225).

miércoles, 1 de abril de 2009

Una buena limosna: las ideas

Me remito a mi artículo de Libertad Digital, que podéis comentar aquí.
Aunque mejor, claro está, lo que dice el Papa al G-20.

IX - Jesús cae por tercera vez. 1Corintios 10,13

Ninguna prueba os ha caído encima que sobrepase lo humano; fiel es Dios, y no permitirá Él que la prueba supere vuestras fuerzas. No; para que sea posible resistir, con la prueba dará también la salida (1Cor 10,13).
Una tercera caída que podemos entenderla también remitiéndola a una tentación. La tercera que sufre Jesús en el desierto guarda en común con las otras dos hacer la vida de espalda a Dios, pero varía en cuanto a los medios. En esta tentación, no se trata de usar el propio poder o el poder del mal, sino intentar instrumentalizar a Dios.

La trampa consiste en intentar usar la fidelidad de Dios a sus palabras, que es la fidelidad a sí mismo. Cuántas veces intentamos convertir a Dios en un cómplice de nuestros planes, cuántas veces en vez de ponernos a su servicio intentamos servirnos de Él.

Un síntoma claro de esto es cuando le reprochamos algo. Si hay una adversidad que arruina nuestros proyectos y nos volvemos contra Dios, señal es de que lo considerábamos como un aliado que tenía que servirnos para sacar adelante lo que no podíamos nosotros solos.

Pero claro, nuestros planes. Los cuales, por muy buenos que nos parezcan, no tienen que ser necesariamente de Dios. Cuántas veces hacemos un plan para que Dios lo siga, en vez de estar abiertos al que el nos vaya mostrando.

Esta visión de Dios es la que subyace, no pocas veces, a algunos argumentos del ateísmo. Detrás del reproche del mal en el mundo, suele estar bastantes veces la idea de un Dios que dirigiera la historia conforme a lo que yo pienso y como yo pienso, es decir, al servicio de mi idea de las cosas. Si las cosas no son así, será que Dios no existe. Aunque esto lo único que demostraría es que Dios no es esa idea que me hago de Él.

Jesús venció esa tentación y nos da el poder para hacerlo nosotros y para levantarnos cuando caigamos en ella: "No tentarás al Señor tu Dios" (Dt 6,16). Dejemos a Dios ser Dios.