martes, 28 de abril de 2009

El Mesías de Händel XLVII


Siguiendo la misma línea, la soprano, sirviéndose esta vez de un oráculo de la segunda parte de Isaías, seguirá cantando sobre la vida de Jesús. Sus milagros, eran signos que apuntaban a una obra más profunda que la mera sanación corporal. La clave de interpretación de ellos, lo que ellos anuncian, nos la da el oratorio así:

Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres (Is 40,11).
Precisamente el oratorio había comenzado con los primeros versículos de este oráculo, como recordaremos (Is 40, 1ss). De este modo y antes de la inminente conclusión de la primera parte de El Mesías, Händel hace, con este oráculo, una inclusión que abarca todo lo hasta aquí escuchado.

Esa venida del Reino de Dios en Jesús, tiene como trasfondo el caminar del patriarca Jacob de regreso a la tierra prometida (Gn 31,17s). Jesús viene a por su salario y su vuelta al Padre no va a ser en solitario: "Viene con él su salario y su recompensa lo precede" (Is 40,10).

El Buen Pastor ha salido a reunir a los hombres alejados de Dios y dispersos y va a cargar sobre sus hombros a la oveja perdida (Lc 15,4-7) no en solitario, sino con el resto del rebaño, pues el va a cargar, en su cruz, con todos los pecados.

Continuaremos.

1 comentario:

MJ dijo...

El nombre del Buen Pastor es mi favorito para Jesus.