Esta noticia, que me he encontrado hoy, me ha despertado sensaciones paradójicas. ¿Por qué? Porque que haya un pastor ateo en una confesión protestante es algo chocante, absurdo, contradictorio; pero, al mismo tiempo, es algo que no choca, parece algo perfectamente posible y no en abstracto, sino aquí ahora.
Es más, si me lo dijeran de un párroco católico, me pasaría algo por el estilo. Lo cual es una tragedia. No sólo por el hecho en sí, sino porque lo impensable hace no demasiados años, parece posible en el paisaje como algo, aunque no normal, tampoco exótico. Y esto es algo que pasa en otros muchos órdenes de la vida social (aborto, pseudomatrimonio homosexual, promiscuidad, corrupción de los políticos, eutanasia, cambio de sexo, etc.) y eclesial. El susto lo tenemos ya amortizado.
¿Inhibición de las autoridades eclesiales? Seguramente. Esto parece que es de lo que más preocupa en el artículo. Y, por lo que se ve en algunos periódicos y blogs, se antoja que esto es lo que más preocupa a muchos entre los católicos. Es verdad que los obispos y el papa tienen una responsabilidad muy específica. Pero de ello somos responsables todos.
Es evidente que alguna anormalidad siempre se puede dar, hasta hubo un Judas entre los Doce. Pero cuando la frecuencia es alta y la reacción baja, el problema cambia de cariz. Y uno de los problemas añadidos es que preocupe casi únicamente la inhibición de las autoridades y que casi lo único que alarme sea la heterodoxia o incluso ateísmo de los pastores.
Sí, esto es grave, pero la inhibición del resto de la comunidad empeora aún más el problema. Si no lo toleráramos todos, por parado e indeciso que fuera el obispo, no ocurriría. Es más, actuaría , aunque sólo fuera por las banderillas negras que le hubiera puesto el resto de fieles.
¿Que hay pastores que, por lo que dicen, traslucen una fe cuando menos poco sólida? Sin duda. ¿Pero qué fe tienen quienes reciben los sacramentos? Hace unos días un sacerdote me dijo con dolor y castizamente que aquí se confirman hasta los gatos.
Cuántas veces recuerdo eso que decía Kierkegaard, que la cristiandad juega al cristianismo.
Es más, si me lo dijeran de un párroco católico, me pasaría algo por el estilo. Lo cual es una tragedia. No sólo por el hecho en sí, sino porque lo impensable hace no demasiados años, parece posible en el paisaje como algo, aunque no normal, tampoco exótico. Y esto es algo que pasa en otros muchos órdenes de la vida social (aborto, pseudomatrimonio homosexual, promiscuidad, corrupción de los políticos, eutanasia, cambio de sexo, etc.) y eclesial. El susto lo tenemos ya amortizado.
¿Inhibición de las autoridades eclesiales? Seguramente. Esto parece que es de lo que más preocupa en el artículo. Y, por lo que se ve en algunos periódicos y blogs, se antoja que esto es lo que más preocupa a muchos entre los católicos. Es verdad que los obispos y el papa tienen una responsabilidad muy específica. Pero de ello somos responsables todos.
Es evidente que alguna anormalidad siempre se puede dar, hasta hubo un Judas entre los Doce. Pero cuando la frecuencia es alta y la reacción baja, el problema cambia de cariz. Y uno de los problemas añadidos es que preocupe casi únicamente la inhibición de las autoridades y que casi lo único que alarme sea la heterodoxia o incluso ateísmo de los pastores.
Sí, esto es grave, pero la inhibición del resto de la comunidad empeora aún más el problema. Si no lo toleráramos todos, por parado e indeciso que fuera el obispo, no ocurriría. Es más, actuaría , aunque sólo fuera por las banderillas negras que le hubiera puesto el resto de fieles.
¿Que hay pastores que, por lo que dicen, traslucen una fe cuando menos poco sólida? Sin duda. ¿Pero qué fe tienen quienes reciben los sacramentos? Hace unos días un sacerdote me dijo con dolor y castizamente que aquí se confirman hasta los gatos.
Cuántas veces recuerdo eso que decía Kierkegaard, que la cristiandad juega al cristianismo.
3 comentarios:
Con todos mis respetos, yo creo que lo que hay es un no llamar a las cosas por su nombre y, como bien dices, hay quienes se les llama "CREYENTES" sin tener fe, otros se hacen llamar ateos, teniendola..
es eso como cuando se llama familia a cualquier cosa y una autentica familia se le llama grupo musical o algo así..
yo pienso que todo el mundo quiere tener fe , porque pero existen las crisis , y aunque se puede salir de ellas siempre quedarán víctimas de estas crisis que son todas esas que tu mencionas y que cada vez hay más , hay que tener caridad hasta con los gatos , confirmados o no . Poco a poco descubrimos que las cosas son más difíciles que en otros tiempos en cuestión de fe.
Pidamos fe para los pastores y para los creyentes, para los incredulos, para los ateos.
Es un regalo que Dios quiere regalarnos a todos. A unos directamente y a otros a traves de intermediarios.
¿Somos lo que decimos ser? y si no ¿cómo nos atrevemos a pedir (exigir) coherencia a los demás?
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