Ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (2Cor 8,9).
La afirmación de S. Pablo resulta paradójica. Desde nuestras mentalidades cabría esperar que dijera que se hizo pobre para enriquecernos con su riqueza, pero no. Con lo que nos enriquece es con su pobreza.
El Hijo de Dios se hizo pobre, es decir, se hizo hombre. Nuestra divinización, esto es, nuestro enriquecimiento viene de ahí, de su humanidad. Porque es un hombre el que dice que sí a Dios, porque es un hombre el que lleva a cabo el fin para el que habíamos sido creados todos. La oblación de su cuerpo es el culto debido a Dios y nuestra salvación.
Y nosotros, enriquecidos con su pobreza, somos los que realizamos aquello que era el proyecto que frustramos con nuestro pecado. Es verdad que no es simplemente con nuestras fuerzas naturales, no es simplemente con nuestra memoria, entendimiento y voluntad meramente humanos. Pero enriquecidos con la gracia quienes decimos que sí somos nosotros.
Y es un doble enriquecimiento sobre una doble pobreza. Porque ser pecador es menos que ser solamente criatura de Dios. Pero ser solamente hombre sin la gracia es tener la pobreza de no poder realizar lo único que nos plenifica.
Jesús se dejó desnudar para que con su pobreza nos pudieran vestir en nuestro bautismo: "N. eres ya nueva criatura y has sido revestido de Cristo; recibe, pues, la blanca vestidura, que has de llevar limpia de mancha ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo, para alcanzar la vida eterna" (RICA 225).
El Hijo de Dios se hizo pobre, es decir, se hizo hombre. Nuestra divinización, esto es, nuestro enriquecimiento viene de ahí, de su humanidad. Porque es un hombre el que dice que sí a Dios, porque es un hombre el que lleva a cabo el fin para el que habíamos sido creados todos. La oblación de su cuerpo es el culto debido a Dios y nuestra salvación.
Y nosotros, enriquecidos con su pobreza, somos los que realizamos aquello que era el proyecto que frustramos con nuestro pecado. Es verdad que no es simplemente con nuestras fuerzas naturales, no es simplemente con nuestra memoria, entendimiento y voluntad meramente humanos. Pero enriquecidos con la gracia quienes decimos que sí somos nosotros.
Y es un doble enriquecimiento sobre una doble pobreza. Porque ser pecador es menos que ser solamente criatura de Dios. Pero ser solamente hombre sin la gracia es tener la pobreza de no poder realizar lo único que nos plenifica.
Jesús se dejó desnudar para que con su pobreza nos pudieran vestir en nuestro bautismo: "N. eres ya nueva criatura y has sido revestido de Cristo; recibe, pues, la blanca vestidura, que has de llevar limpia de mancha ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo, para alcanzar la vida eterna" (RICA 225).
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