viernes, 19 de agosto de 2011

Con Benedicto XVI en El Escorial

Conocí al Cardenal Ratzinger, siendo yo estudiante, en el monasterio de S. Lorenzo de El Escorial. Hoy, como Papa, me he vuelto a encontrar con él en esa pétrea palabra de España, en ese edificio que en su construcción respiraba los aires de Las Moradas de Sta. Teresa, la inigualable lírica del Cántico Espiritual de S. Juan de la Cruz, Las disputaciones metafísicas de Suárez, la polifonía de T. L. de Victoria, los ahusados colores de El Greco,... Ahí está mirando a la Sierra que lo fuerza a contemplar el cielo, mientras sus cimientos buscan la meseta y sus sillares meditan el Logos de ese paraje brizado durante siglos por los cantos de alabanza de los monjes.

Ahí está con la gravedad hispana que, en aquel entonces, tanto asombro robaba a los europeos al ver cómo en las más esforzadas y difíciles empresas los españoles no perdían el temple del sereno ánimo. Ahí está. Un testigo mudo de un modo de ser hombre que pudo ser. Y tal vez sea éste el mayor estremecimiento que uno pueda sentir al pasar por sus callados patios, por el silencio de sus corredores. Ahí está esa gravedad, liviandad y armonía en granito; en su aquí, está, en un estar sin estar: llamada a la trascendencia. Y estar aquí tal vez sea la invitación que, desde el s. XVI, nos haga ahora que estamos en el crepúsculo de la modernidad.

Y ahí hoy el Papa nos ha hablado a un grupo de profesores –a todos los del mundo– sobre nuestra vocación: la búsqueda y manifestación de la verdad. Buscarla no como quien va a conquistarla para luego reducirla a fragmento manipulable, sino como quien espera no poseerla, sino ser poseído por ella. La búsqueda de la verdad que lleva al encuentro con el amor y por ello tarea de inteligencia y voluntad, de fe y caridad. Labor llevada con la humildad de quien se sabe, con otros, necesitado de ser plasmado por ella para verter amorosamente en encarnación ejemplar la amorosa belleza de la verdad.

Ahí está el verdadero magisterio, en dar perceptibilidad en propia vida al Logos divino.

Y nos bendijo.

5 comentarios:

Alfonso Gª. Nuño dijo...

La foto está sacada por un amigo justo al pasar el Papa a nuestro lado.

Angelo dijo...

Gracias por compartirlo. La verdad es que todos sus discursos están siendo de gran aliento para todos esos momentos en los que a veces estamos tentados de no seguir. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Acabo de llegar a casa con mi hijo mayor después de haber asistido al Via Crucis. Hemos vuelto en metro y ha sido impresionante ver sus instalaciones llenas de jóvenes. ¡ Qué poder de convocatoria!. Me llegó el recuerdo de la primera visita a España de Juan Pablo II en la que fui Agente Litúrgico. Han pasado muchos años pero parece que, gracias a Dios, tengo sucesor. Ha sido una jornada intensa y feliz.

Alfonso Gª. Nuño dijo...

Hoy en la Almudena ha anunciado que nombrará doctor de la Iglesia a otro de los grandes de aquel s. XVI, a S. Juan de Ávila.

Anónimo dijo...

ORACIÓN DE LA TARDE
Himno:
No comprendo,Señor,por qué
capricho invadiste mis días
y mis horas.
Tampoco sé,mi Amor,por qué
has querido llenar mi corazón
de blancas rosas.
Tus jardines,Señor,se derramaban
de azucenas fragantes y olorosas;
las tapias de tu huerto blanqueaban
de jazmines que embriagan con su
aroma.
Sin embargo,Señor,te ilusionaste
por una florecilla seca y rota.
Si tus ojos,lo sé,miran muy alto,
¿por qué entonces miraron mi
persona?
No te entiendo,Señor,tanto cansarte
para luego escoger tan poca cosa.
Tus caminos,mi Dios,¡son tan ex-
traños!
tus llamadas,¡tan fuertes y amorosas!
Si en tus blancos jardines,ya ren-
didas,se desviven de amor todas
tus rosas;
¿por qué tanto anduviste en mi
camino?
¿por qué tanto sufrir por otra
esposa?
(Magnificat.Libro del peregrino)
(JMJ 2011)
Fdo:Mª del Carmen