domingo, 11 de marzo de 2012

Obediencia atemperada (RB Pról. 35-44) - III


Esa tensión del tiempo vivida, esa experiencia de lo temporal del vivir como una graciosa concesión con fin y finalidad, con término y sentido, es en la fe vivencia de la paciencia de Dios. En ese futuro abierto, en cuanto a vida por vivir, pero cualificado como plazo, es decir, con limitación de días y definición de sentido como llamada, el creyente puede sentir la misericordia de Dios hacia una criatura temporal y libre.

Su temporalidad no ha sido definida después de él, sino que el hombre ha empezado a existir en la definición, en esa llamada a vida divina. No ha habido un momento de su vivir en que no estuviera en ella, esa vocación lo ha envuelto siempre, ha empezado a ser en su envoltura.

Pero por el pecado, el hombre ha vivido y vive desgarradamente en ella; sin poder ni querer obedecer, negando por tanto su propia identidad y existencia. Él en el pecado es un muerto viviente, alguien con sed y sin poder beber.

Pero Dios no quiere la muerte del pecador, no quiere que viva otra vida que no sea vida divina. La paciencia divina nos posibilita el querer. De ahí que el horizonte aparezca como tiempo para querer, tiempo de conversión, de penitencia. Es decir, de obediencia de un pecador, de alguien que no solamente tiene que permanecer fiel en la obediencia, sino de quien regresa de la desobediencia; es un convaleciente de la muerte del alma. Pero alguien al que también se le da a ver la muerte en que están los demás y el mal del mundo.

Su querer vivir vida divina solamente es posible queriendo que todos vivan esa vida divina. Y la fuente de su querer tiene su hontanar en la solicitud paternal de Dios.

[foto gentileza de una contertulia]

10 comentarios:

zaqueo dijo...

"Pero alguien al que también se le da a ver la muerte en que están los demás y el mal del mundo."
Ese conocimiento le hace salir de sí mimo, unirse a Cristo, ofrecerse en entrega continua por los demás.
En esa unión, sus sufrimientos ya no son suyos, son los de Jesús.
Jesús dice a través de él: Tengo sed.

RockyMarciano dijo...

La termino y no comprendo
el sentido de esta glosa
(el término es otra cosa),
aunque me estoy divirtiendo.

Hay en la tilde un misterio
celado en su espacio breve.
O las entrañas conmueve
o me expone al vituperio:

La pérdida de mi esposa
me tiene desconsolado.
Me tiene desconsolado
la perdida de mi esposa.

MJ dijo...

Su querer vivir vida divina solamente es posible queriendo que todos vivan esa vida divina
--------------
Tanta esperanza hay en la glosa
tanta tension que es preciosa
sufrir de amor, dice Zaqueo
lo abarca todo, Marciano
verso y prosa
Creer en Su mano
extendida
misericordiosa

Alfonso Gª. Nuño dijo...

Gracias, ya está corregido.

MJ dijo...

ok. 'Tensión', no tension como dije..aunque así se diga en Inglés, sin tilde (no ingles) ...Tengo dos idiomas dos mundos ,
lo dicho, misericordia con las faltas, please..

RockyMarciano dijo...

Grcias por las correcciones, D. Alfonso, y por aplicar la máxima de San Bernardo:
Omnia videre, multa dissimulare, pauca corrigere (Verlo todo, disimular mucho, corregir poco).

Mrs.Wells! notengoenie.com is working at last!
Puedes estar tranquila por los acentos. Las redondillas jocosas eran poco más que una excusa para colocar el chiste de la perdida esposa. Acabo de localizar su origen:

Véase lo que es un acento

Refiriendo variso cesantes los motivos por los que habían perdido sus destinos, dijo uno de ellos:
- A mí me dejaron cesante por culpa del acento.
- ¿Cómo del acento? - dijeron los demás.
- Sí, señores; por culpa del acento. Era yo escribiente en un gobierno de provincia cuando murió la esposa del gobernador, el cual me encargó que contestara las cartas de pésame que recibía, y para ello me dió[sic] un modelo que, entre otras cosas, decía: "La pérdida de mi esposa me tiene desesperado". Pero yo, por acabar antes, lo hice deprisa, y me olvidé del acento, de suerte que puse en las cartas: "La perdida de mi esposa me tiene desesperado"; distracción que me costó el destino.


El libro de los chistes. Ed. Saturnino Calleja, ca. 1876.

Está publicado en facsímil y puede leerse parcialmente en Google Books. Es fascinante comprobar cómo ha cambiado la sociedad en algo más de un siglo.

Que Dios bendiga a todos.

MJ dijo...

Sin embargo a mí me has inspirado un post...en mi blog..creativa q estaba una

Gracias por el chistecillo, por el enlace de la egne, ok. Lo probaré, no tengo excusa

Anónimo dijo...

Lo que llama mi atención es la paciencia de Dios con nosotros, ojala pudiéramos aprender de él, pero el hombre por naturaleza es impaciente, lo queremos todo de repente, vemos una flor y queremos aspirar su olor tanto hasta destrozarla, vemos un alma pura y queremos tomarla como si nos perteneciera, precioso don es la paciencia, cuanta falta nos hace en lo cotidiano.

Por cierto bonita y sencilla foto.

Nerea.

Alfonso Gª. Nuño dijo...

Creo que es del pasado otoño.

Giocondo dijo...

la paciencia de Dios posibilita el querer nuestro ... es una idea interesante nunca lo había considerado así ...es más posibilita nuestra propia paciencia sobre nuestro propio proceder ... que difícil es perdonarse a uno mismo ¿no?