martes, 25 de noviembre de 2008

Salmo 101 (100) III




…/…

El salmo continúa con la concreción del programa real. Dice que se propone hacer unas cosas y omitir otras; estas acciones en positivo o en negativo abarcan una serie de círculos concéntricos. Primero el rey; su círculo más próximo son sus cortesanos y colaboradores; abarcando más, el resto de sus súbditos. Esto en cuanto a personas, pero podríamos leer también con una clave espacial. La casa que es uno mismo, el palacio en que habita y desde donde reina y, por último, la ciudad santa, Jerusalén, donde está tanto el rey como su morada.

«Ante mi vista no pondré cosa indigna, aborrezco las acciones propias de los descarriados: no se me pegarán». Delante de nosotros ocurren muchas cosas, a algunas les prestamos atención y a otras no. Pero el cómo ponemos en ellas, cuando lo hacemos, nuestra percepción puede ser distinto. Podemos atender un asunto porque es importante, ponemos nuestra atención en él; el rey no puede dejar de atender, para que en sus dominios haya justicia, los acontecimientos perversos. Pero con nuestra atención nos podemos posesionar de aquello en que nos fijamos, entonces, como quien pone algo en su bolsillo, ponemos algo en nuestra atención. Así tomamos posesión de las cosas y, esto habrá que dejarlo para otra ocasión, las cosas se posesionan de nosotros. El rey no quiere ejercer esta forma sutilísima de avaricia con asuntos indignos, no quiere que entren a formar parte de él y moldeen su personalidad y vida.

Este salmo en concreto no nos da pistas, pero en otros podemos observar la introspección del salmista. Tenemos ciertamente una atención a lo de fuera, pero el hombre –esta palabra, salvo que el contexto indique otra cosa, la uso normalmente abarcando mujeres y varones– también puede mirar en su interior. Y ahí nos encontramos con lo que los Padres del desierto llamaban los logismoi, que es un concepto que estrechamente queda traducido por cogitationes o por pensamientos. Y la purificación del corazón pasa precisamente por aquí. El gran combate interior, la gran ascesis es educación de la atención. Quede sencillamente indicado. Dios quiera que haya ocasión para hablar con más detención de ello, pues de capital importancia es en la vida espiritual.

Y hoy apenas nos ha dado tiempo de comentar medio versículo. No hay prisa. Tenemos el tiempo que Dios nos quiera dar.

…/…

No hay comentarios: