sábado, 16 de octubre de 2010

Antífona de entrada TO-XXIX / Salmo 17(16),6.8

Yo te invoco, porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas de tus ojos; a la sombra de tus alas escóndeme (Sal 17(16),6.8 ).
¿Por qué íbamos a acudir a la celebración de la santa misa si no tuviéramos esperanza en la misericordia de Dios?

Porque se ha desvivido con nosotros, podemos tener experiencia de cómo es Él, el que responde a la llamada de los necesitados. La memoria, la posesión de lo vivido con Él es la tierra en la que está enraizada nuestra esperanza. Esa bondad de Dios que se ha hecho nuestra en el roce con Él es belleza que nos atrae hacia la plenitud de Bien que es. El ha transformado nuestra pobreza, nuestra necesidad de divinidad e imposibilidad de lograrla, en esperanza de plenitud. Por eso, lo invocamos, porque sabemos que nos responde. La oración es pobreza esperanzada que se hace palabra hacia Dios.

Pero es esperanza en Él, en su misericordia. No es esperanza en poder dominarlo en su "debilidad" por nosotros. La verdadera posesión en prenda de su bondad no mueve a tentar a Dios, a querer manipular su poder a nuestro favor. Por eso, la Eucaristía es pedirle que incline su oído, que preste atención a la premura que por medio de su Hijo y en el Espíritu le presentamos. No es exigencia de quien tiene un derecho, ni argucia de quien tiene un poder, sino súplica esperanzada.

Atrevida esperanza que pide lo más. Que nos cuide como a lo más querido, como a su Hijo amado. Esperanza desde la debilidad que necesita de los cuidados de una madre en medio del sofocante Sol del desierto, que nos proteja con la sombra de las alas de la Cruz.

Memoria de Cristo muerto y resucitado.

3 comentarios:

una madre agradecida dijo...

"Memoria de Cristo muerto y resucitado."
Dios le bendiga.
Gracias.

nerea dijo...

Esperanza desde la debilidad que necesita de los cuidados de una madre en medio del sofocante Sol del desierto, que nos proteja con la sombra de las alas de la Cruz.
---------------------
Desde luego el Espíritu Santo está que se pasea por Glosa Marginales Don Algonso.
¡Qué palabras tan bellas!

Angelo dijo...

Cada vez que leo un salmo me es imposible no detenerme un momento y hacer una composición de lugar. Los salmos de súplica, están cargados de una sensibilidad hemosísima que presenta a Dios como el Padre, la Madre, el Amado y el que Ama. Preciosa su reflexión sobre el salmo 17. Un abrazo