lunes, 11 de julio de 2011

Con la Regla de San Benito

Ayer en el campo, como cuando S. Agustín se juntaba con un grupo de amigos para hablar de las cosas divinas, nos reunimos unos cuantos. Ninguno conocía a todos los demás y, sin embargo, al tener en común lo único importante, pronto nos vimos todos en un clima de confianza e intimidad. Después de comer y, en un ameno rincón, por las sombras de los árboles cuidados, llenos del deseo de abrazar más el Evangelio, de dar carne en nuestro mundo y tiempo a la apostólica forma de vivir, inopinadamente se nos ocurrió dejarnos interrogar por Dios, al hilo de la lectura de la Regla de San Benito, sobre cómo querría Él que esto tuviera concreción.

De modo que me pidieron que, en septiembre, dicha lectura la fuera acompañando yo con un comentario a la misma. No con la intención de saber qué dijo en aquel entonces S. Benito, sino, teniendo esto en cuenta, buscar cómo nos puede ayudar este maestro de vida cristiana a vivir hoy en el seguimiento de Cristo.

Y me ha parecido que, con independencia del comentario hablado que en septiembre empiece, muy bien podría ir haciendo otro en esta tertulia cibernética. Que, aunque no tenga la riqueza del contacto directo, no poco fruto puede dar si el corazón abierto deja que el Espíritu se sirva del pobre instrumento de mi palabra. Así que poco a poco iré, cuando la ocasión lo permita, escanciando el licor de la regla benedictina en esta peculiar sala capitular.

S. Gregorio Magno, en el prólogo del segundo libro de sus Diálogos, que dedica a S. Benito, nos dice de éste que «se retiró sabiamente ignorante y prudentemente indocto». Y así es cómo hemos de comenzar el camino, como cualquier discípulo, por mucho que extrañe al subjetivismo de nuestra época, sobre el sólido cimiento de que uno no sabe y necesita ser enseñado.

2 comentarios:

RockyMarciano dijo...

Gracias por la entrada y compromiso de la nueva serie, D. Alfonso.

Hoy precisamente se conmemora a san Benito Abad, patrono de Europa, en la Santa Misa.

En la primera lectura, dice el libro de los Proverbios:
Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la sensatez y prestando atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios..

La Regla de San Benito, cortesía de la Abadía de San Benito, en la ciudad argentina de Luján.

MJ dijo...

Vale, vale..que bien!!...
Quitando que no estan los arbolitos ni la comida en grupo, el internet genera tambien mucha intimidad y una oportunidad inigualable para aprender si se parte de la actitud samurai de 'ponerse en manos del maestro'....