domingo, 1 de abril de 2012

Obediencia atemperada (RB Pról. 35-44) - VI


Y todo eso para lo que somos posibilitados por la gracia tiene una dirección y sentido precisos. No se trata sin más de huir del infierno, sino que es ante todo un ir al cielo. No es simplemente dejar de estar en una tierra lejana alimentando a los cerdos para estar simplemente como jornaleros en la casa del Padre, como una simple criatura. El camino vital del hombre, aunque se da siempre en la dirección que definen el cielo y el infierno, solamente tiene un sentido de plenitud, la vida divina, el cielo. Como pecadores que somos, tenemos un punto de partida, pero solamente hay una forma de dejar Sodoma que es, sin mirar atrás, ir hacia lo alto de los montes, a la Jerusalén celeste.

Y, para ello, mientras vivimos en este mundo, hay tiempo. ¿Cuánto? La existencia mortal es siempre limitada y, por ello, la vida es permanentemente una urgencia. Si el tiempo fuera ilimitado, ahí estaría continuamente la tentación de posponerlo todo, de dejar para mañana lo importante. Pero el conocimiento de la limitación atempera nuestra obediencia a un urgente presente de responsabilidad, en el que he de dar respuesta a la llamada divina.

Pero la limitación temporal, el que esté en-plazado al presente, no quiere decir que el tiempo sea un espacio de imposibilidad. Limitado por lindar con la muerte, mi presente está cualificado por la gracia. De modo que el ahora es ocasión salvífica.

No hay lugar a la demora porque el tiempo es limitado, hay posibilidad de correr y obrar obediencialmente porque hay gracia para hacerlo ahora. De modo que el breve presente, por ser ocasión salvífica, es puerta de eternidad. Una obediencia así atemperada está ciertamente limitada, pues no deja de ser nuestra vida un breve ahora, pero la limitación del tiempo es lindero, que, en la diligencia, colinda con la eternidad del cielo.

5 comentarios:

zaqueo dijo...

"Hay que darse prisa; no puede uno volver para despedirse o "para enterrar a sus muertos". La irrupción de la eternidad en mi vida perecedera tiene un carácter absoluto e intemporal. Ya no hay ningún punto de comparación, ni ninguna posibilidad de olvidar la propia situación para retirarse a deliberar consigo mismo. Sólo aqu
aquel que ha sido llamado y enviado por Dios puede intervenir en este caso en la conversación entre Dios y nosotros. Una persona que, incluso sin saberlo, pueda ser portavoz de Dios, a fin de configurar un sí perfecto."
Adrienne von Speyr.

RockyMarciano dijo...

¿Estos treinta y cinco días,
espacio de alacridad
(o de imposiblidad),
velaron lo que leías?

Obedencialmente clica
(en español o latín)
en la Regla, galopín,
que la urgencia te suplica.

MJ dijo...

Pues el video del otro dia cayó un poco por error, yo el que queria poner era este, que creo que pega mas:

http://www.youtube.com/watch?v=HdfO_EuwiLQ

A ver si ahora sale. Sorry for the inconvenience

MJ dijo...

Sabado Santo, no espero por tanto contestación hasta Magnana, o la Semana proxima, si es que es posible, pero, meditando sobre esto:
'No se trata solo de huir del infierno sino de ir al cielo'
Me preguntaba..se 'pasa por el infierno' para ir al cielo?

Alfonso Gª. Nuño dijo...

En sentido literal, no.