jueves, 14 de enero de 2010

Lecciones francesas



Siguiendo la estela de la anterior entrada, tomo pie hoy en un estudio encargado por el diario francés La Croix [aquí podéis descargaros el pdf] a Ifop sobre la situación del catolicismo en aquél país. Los datos son sumamente instructivos. Con una media de edad superior a la francesa, solamente el 4% participa dominicalmente en la Eucaristía. De ellos el 75% considera que la Iglesia debería de modificar su discurso y posiciones sobre la cotracepción dados los cambios en la sociedad y costumbres; el 68% lo dice respecto al aborto; el 69% sobre el rematrimonio de los divorciados (dicho crudamente sobre admitir la bigamia sacramental); y el 49 % sobre la homosexualidad.

Como se ve, las preguntas giraban sobre cuestiones, ante todo, morales; lo cual dice mucho de qué se entiende sobre tomar la temperatura al catolicismo y, por consiguiente, lo que se tenga por tal. En cualquier caso, si se preguntara sobre la divinidad de Cristo, la Trinidad, la Resurrección, etc. nos encontraríamos con porcentajes sorprendentes no por inesperados, sino por lo contradictorio con lo que se dice ser. Con los datos que tenemos, de ese 4% que se reune semanalmente para celebrar en torno del Señor su Resurrección, el 25% coincidiría doctrinalmente con la enseñanza de Aquél que celebran y con quien celebran. En otras palabras, solamente un 1% de los franceses:
No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Lc 12,32ss).
Esos pocos están en minoría dentro de su casa y su testimonio, siempre imperfecto pues somos pecadores, se ve además empañado de forma notable. Esto me remite a lo ya dicho en la entrada anterior. Pero Sta. Teresa no da solamente una respuesta personal, ésta es imprescindible, sino que también la da comunitaria. Una vez más, citaré sus palabras como el más elocuente comentario y más lúcido proyecto para nuestros días; no sólo para monjas, sino creo que para todos los cristianos.
Hame parecido es menester como cuando los enemigos en tiempo de guerra han corrido toda la tierra, y viéndose el Señor de ella apretado se recoge a una ciudad, que hace muy bien fortalecer, y desde allí acaece algunas veces dar en los contrarios, y ser tales los que están en la ciudad, como es gente escogida, que pueden más ellos a solas que con muchos soldados, si eran cobardes, pudieron, y muchas veces se gana de esta manera victoria; al menos, aunque no se gane, no los vencen; porque como no haya traidor, si no es por hambre, no los pueden ganar, Acá esa hambre no la puede haber que baste a que se rindan; a morir sí, mas no a quedar vencidos (Sta. Teresa).

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