sábado, 3 de abril de 2010

Antífona de entrada D-PI.1/Salmo 139(138),18.5-6

La Vigilia Pascual no tiene Antífona de entrada, ya que el centro de la celebración está, al comienzo, en el lucernario. Éste da sentido a todas las antífonas de entrada del resto del año litúrgico; desde él han de entenderse las antífonas y éstas, a su vez, nos ayudan a comprenderlo. Guiados por la luz de la gloria del cuerpo resucitado de Cristo, en la oscuridad del mundo ensombrecido por el pecado, entramos en la Iglesia y nos sentamos entorno al altar a celebrar la Pascua del Señor. La Vigilia y la misa del Domingo de Pascua comparten la misma Antífona de comunión. Pasemos ahora a glosar brevemente una de las dos de entrada de la celebración del domingo.
He resucitado y aún estoy contigo, has puesto sobre mí tu mano: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya (Salmo 139(138),18.5-6).
¿Quién habla y a quién? La Resurrección de Cristo es un acontecimiento trinitario. No obstante, en muchos pasajes neotestamentarios, se subrayan la acción del Padre y la humanidad de Jesús. El hebreo del salmo, de donde son entresacadas las frases de nuestra antífona, dice "me despierto" y S. Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Roma, usa un verbo (egeiro) con la misma raíz que la traducción griega del salmo. Así lo escuchamos en la versión litúrgica: "Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre" (Rm 6,4). La antífona nos sumerge en el gozo y alegría de Jesús al resucitar y dirige nuestra mirada al Padre.

Pero recordemos que la eucaristía es la celebración en la que participan los bautizados, es decir, aquéllos que muertos por el bautismo al hombre viejo, al pecado, han nacido a una vida nueva. De la vida del Resucitado ya participamos y, en su gozo, está también el nuestro.
Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva (Rm 6,4).

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