lunes, 1 de junio de 2009

Renovaciones, secularizaciones y suicidios


El comentario de hoy sé que le podrá resultar a más de uno polémico. No obstante voy a hacerlo, porque pensar las cosas, incluso las que parecen evidentes, trae claridad. Al menos la luz de que efectivamente así lo eran y no sólo aparentemente. Porque una de las grandes rémoras que tenemos es confundir con la realidad lo que la costumbre, la inercia, los usos, las mentalidades, nos han hecho creer que era algo inconcuso. En lo que voy a tratar, además se puede juntar, en algunos casos, lo que, en no pocas situaciones, he comprobado como forofismo religioso. Espero que el lector dé, por supuesto, mi respeto al obispo al que me voy a referir y a todos.

Leo una entrevista a Mons. Munilla, un obispo que considero valioso, aunque sólo sea por una razón, no se esconde; aun más, hasta se hace presente. En ella, empieza hablando de algo de lo que supongo a todos o a casi todos enterados: "La renovación de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús se hará durante la Santa Misa que se celebrará el domingo 21 de junio, en la explanada del Cerro de los Ángeles". El motivo es que, hace noventa años, el rey Alfonso XIII consagra a España al Sagrado Corazón de Jesús.

Creo que es conveniente recordar algunos datos que establecen diferencias notables. Quien hizo la consagración era el entonces Jefe del Estado y la constitución vigente, en la época de la Restauración, establecía que España era un Estado confesional. Hoy la jefatura del Estado la ostenta su nieto y no será quien haga la renovación; la constitución actual -no digo vigente porque está más bien en situación comatosa- consagra la aconfesionalidad del Estado. Digamos además que esto está fuertemente discutido y hay quienes pretenden que se pase a la laicidad, mientras que un grupo mucho más reducido añora la situación de hace un siglo a este respecto.

Sobre estos datos, ¿no sería mejor hablar de la consagración de la Iglesia Católica en España al Sagrado Corazón? Probablemente habrá quien me diga que matizo tal vez demasiado, pero hay momentos en que las posturas tienen que ser nítidas y no dar lugar a confusiones. Tal y como escucho que se plantean las cosas, no me extrañaría que hubiera quien nos dijera que España no es sinónimo de catolicismo; o que hay personas que no son católicas y que forman parte de España tanto como los católicos; o que quiénes se creen los obispos para arrogarse la representación de España para hacer un acto en su nombre; o que la Iglesia añora la situación de confesionalidad; etc.

¿Qué significación le da mons. Munilla a esta renovación?
Supone tener una clara conciencia del delicado momento que vivimos, en el que la secularización parece conducirnos a una especie de «suicidio espiritual»: siembra de la cultura de la muerte, manipula nuestra historia y rechaza sus raíces cristianas, además del fracaso escolar generalizado, las rupturas familiares. Pero, sobre todo, desconoce del don de Dios.
Puestos a ser puntillosos no me voy a parar aquí. La secularización no lleva al suicidio espiritual, sino que es, me parece, justo al revés. La secularización es la expresión externa de la mayor carencia interna, la reducción del hombre a materia; la secularización es el síndrome, los síntomas sociales, entre otros, son más o menos los que enumera, pero la enfermedad es haber dado la espalda a lo espiritual. Y, como el espíritu es algo eminentemente personal, tiene lugar personalmente, aunque sea por vía de delegar la decisión en la marea social. Aunque, acaso, lo que haya querido decir el obispo es que la secularización personal parece conducirnos al "suicidio espiritual" colectivo o social; con lo cual estaríamos de acuerdo en el fondo, aunque no en las palabras.

Nota aclaratoria: sobre mi relación con el Corazón de Jesús, me remito a lo que digo sobre el costado abierto de Cristo en las dos últimas entradas.

1 comentario:

zaqueo dijo...

Ayer fue Pentecostés y me atreví a pedir a Dios que derramara su Espíritu como un diluvio a todo el mundo.

El próximo día 19 me atreveré a meter al mundo entero (no sólo a España) dentro del Corazón de Jesús. Ese mismo día comienza el año sacerdotal y como miembro del pueblo sacerdotal me ofreceré a Dios y ofreceré al mundo.