domingo, 25 de enero de 2009

¿Qué me dice la propaganda de los autobuses?

Si yo fuera obispo, lo haría mal, muy mal. Probablemente por eso nunca me llamen a serlo. Aunque quién sabe, si Dios quisiera probar y aquilatar la virtud de su pueblo, mi incompetencia podría ser un buen instrumento.

Ser obispo es algo con una grandísima responsabilidad y dificultad. Junto a sus limitaciones personales, tienen una gran presión social, muy pocos medios materiales y no demasiada colaboración de sacerdotes y fieles. Pero eso sí, cuentan con la ayuda del Espíritu Santo. Por cierto, sean cuales fueren las circunstancias de nuestra vida, creo que todos contamos con ese apoyo.

Diariamente son muchas las cuestiones sobre las que tienen que dar una palabra, no faltan las polémicas ni las provocaciones, algunos hasta les tienden trampas; vamos, algo parecido a lo que le pasaba a Jesús. Así que la referencia la deben de tener clara.

Lo de la propaganda atea en autobuses ha sido ocasión para que muchos de ellos se pronuncien. Tras la Conferencia Episcopal, ahora le ha tocado el turno al cardenal de Madrid. Aunque ya hice una lectura de ella, lo mucho que se ha dicho y escrito sobre el asunto me invita a volver sobre el tema.

La interpretación que hice del lema era, muy probablemente, diametralmente distinta a la de los anunciantes. Entre ambas caben muchas lecturas. ¿Qué dice objetivamente? ¿Qué quieren decir? ¿Qué me está diciendo? Esta última es la que a mí más me preocupa. De manera un tanto oblicua lo dije. Ahora voy a intentar ser un poco más directo.

No me he sentido herido por esta propaganda, pero comprendo que haya personas que sí. ¿Seré muy insensible? ¿Tendré muy deformada mi religiosidad? Lo que no me ha dejado es indiferente. Me ha dolido, pero no porque me dañe a mí.

No conozco a quienes han contratado esa propaganda, pero lo que me vengo preguntando es qué experiencia religiosa tendrán para coger ese lema o qué imagen les hemos trasmitido de lo que es vivir la fe. ¿Tan mal nos ven que nos quieren liberar de la tortura en que vivimos? Aunque muy bien pudiera ser que la cuestión de Dios fuera para ellos un drama personal vivo, pendiente de solución, que aún no les deja tranquilos, y, por ello, no son indiferentes y siguen con ello.

Tan vivo que lo mantienen así en el espacio público. Con lo de la placa de Santa Maravillas, el número de visitas a su tumba en el convento de la Aldehuela y personas que han llamado interesándose por su vida ha aumentado. Esto de los autobuses es una ocasión pintiparada para hablar de Dios, porque lo que hacen esos carteles es preguntarnos. Sí, una oportunidad para hablar de Él y aprender a hablar menos de nosotros.

Y nos preguntan porque Dios se sirve de ellos para despertar en nosotros el amor a los que desconocen el Amor. Los autobuses son un recuerdo constante de que la inmensa maravilla de ver a Dios en nuestra vida tenemos que compartirla. De esta felicidad, tendrían que gozar todos. ¿Nos está despertando sed de anunciar a Jesucristo todo este asunto?

¿Nos hemos preguntado si un autobús puede ser un gran maestro espiritual? Cuando veamos pasar uno de éstos –o cualquier otro con cualquier anuncio–, miremos a ver qué brota de nuestro corazón. Probablemente esta campaña pueda servir para que descubramos muchas cosas que hay que purificar en nuestro interior. Además, cada vez que viéramos pasar un autobús de estos, deberíamos tal vez preguntarnos sobré qué podríamos mejorar en la evangelización y cómo estar presentes en la vida pública.

Cada vez que los viéramos, deberíamos de darle gracias a Dios porque son ocasión para seguir a Jesús más de cerca. Las declaraciones de los obispos podrán parecernos más o menos acertadas, pero estoy seguro de que su principal preocupación será que el amor de Dios llegue a los de la campaña.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Casi todas las ocasiones en las que nos sentimos "heridos" son una ocasión de revisar, confirmar, ser leal..Ser testigo no sería lo mismo si fuera facilisimo. Yo no creo que Dios le de a nadie nada con lo que no pueda, pero Si, casi siempre, cosas que no sabe que puede hacer o que cree que no puede hacer o que no apetecen, o que uno no entiende, o que le ofenden..cosas asi,

gente como a mí le entra el pánico en seguida o nos falta paciencia, etc..
Saluditos
wells

Anónimo dijo...

Gracias.

Que Dios le siga bendiciendo.

Anónimo dijo...

Realmente pienso que siempre del mal se puede sacar mucho bien.Así me lo ha demostrado la vida en mis ultimos 13 años.Y creo que no sucede nada nuevo: Cristo y su Iglesia es perseguida, es decir, yo como parte de ella, me siento herido, pero eso no me llena de rencor, sino que brota en mí deseos de misericordia y de reconciliación.