martes, 20 de enero de 2009

¿Tolera el Papa a los judíos?

Entre algunos destacados judíos italianos, ha surgido una polémica sobre una de las peticiones del misal de san Pío V para el Viernes Santo; en ella, se pide por la conversión de los judíos. Aunque también algún rabino ha salido en defensa del Papa. ¿Por qué ha pasado esto?

Creo que detrás podría estar uno de los falsos pilares de nuestra convivencia: la tolerancia relativista. El relativismo viene a decir que todas las creencias vienen a ser lo mismo. Lo que tenemos que hacer unos con otros es tolerar que cada uno tenga la creencia o ideología que quiera. Pero desde el relativismo se supone que, en el fondo, da igual que el otro tenga esa creencia o la mía.

En realidad, lo que está en juego no es la verdad, sino el ego de cada quién; se trata de no ofender. Actitud en negativo, no en positivo, y referida al yo como centro de todo, hasta creador de la verdad para uno mismo. El relativismo postula un montón de egos que tienen que procurar chocar entre sí lo menos posible; la única verdad sería que el sujeto es la fuente de ésta.

En la petición de la polémica se pide por la conversión de los judíos. En el misal de Pablo VI, se pide también, el Viernes Santo, que los judíos lleguen a la plenitud de la redención. ¿Por qué esto se considera malo en nuestra sociedad? A mí más bien me parecería lo contrario.

Si yo respeto a alguien, que es más que permitir o sufrir que tenga determinadas ideas, y precisamente porque lo respeto, porque para mí es alguien respecto al cual yo lo soy también, querré lo mejor para él. Si mis ideas o creencias las considero las mejores –para lo cual es imprescindible no ser relativista–, evidentemente mi deseo será que de ellas disfruten todos los demás hombres.

Si yo fuera judío, aunque considerase equivocadas las creencias católicas, me parecería bien que pidieran por mi conversión, pues esto no sería sino un gesto de verdadero respeto y no simple tolerancia. Si alguien pide para mí lo que él considera lo mejor para sí mismo, me considera alguien para él, me está tratando como persona y de la mejor manera posible.

Si yo me enterase de que un judío estuviera pidiendo para mí la conversión al judaísmo, le estaría muy agradecido, porque, aunque yo lo considere equivocado, está deseando y pidiendo para mí lo que él considera lo mejor.

Otra cosa distinta es que se coaccione la libertad de la gente. Lo cual sería contradictorio; en el caso del cristianismo, porque sería negar la libertad del hombre, por tanto, la creación de Dios. Y, por otro lado, no sería muy efectivo, ya que, para que haya conversión, tiene que haber una decisión libre.

Gracias a Dios, ni el Papa ni la Liturgia se limitan a tolerar a los no católicos, sino que los respetan, incluso... Cuando el próximo Viernes Santo pidamos por los no católicos, por los judíos, por los que creen en Dios, por los ateos, etc. vamos a estar haciendo, además de un acto de piedad, algo contra-cultural, porque vamos a estar diciendo que hay Verdad, Bondad y Belleza y que no nos da lo mismo que haya hombres que no gocen en plenitud de ellas. Será un acto de amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La tolerancia relativista. Eso es.

El caldo de cultivo donde todo cabe, todo da igual. Esta cultura está logrando descerebrar a las personas, haciéndolas creer que no necesitan pensar, para luego poder manipularlas facilmente. Todo ello envuelto en palabrería vacía y sin sentido. Y se lo creen... y se dejan... y se convierten en rebaño.

Seamos capaces de navegar contra
corriente... de seguir vivos... de amar.

Una oración de mi infancia decía al final: "Reinad finalmente por todos aquellos que viven en las antiguas supersticiones de la gentilidad y no dejeis de sacarlos de las tinieblas a la luz y reino de Dios".

¿Cómo no vamos a rezar por todos si todos somos hijos de Dios?