martes, 2 de diciembre de 2008

La Cruz de las aulas I

Cuando ya se ha dicho lo indecible sobre la retirada del crucifijo en un colegio, voy yo ahora y me pongo a escribir de ello. Lo hago por dos razones. El suceso, en cuanto que las cosas ocurren y se suceden unas a otras, expresa y va realizando lo profundo de la Historia, el acontecimiento propiamente dicho. Estamos gestando un modo de estar y hechos así son muy significativos. Pero además, la sucesión de cosas es tan rápida que la reflexión no se dilata en el tiempo lo suficiente como para poder posar lo ocurrido. Pasa algo, hay una oleada de reacciones en poco tiempo... ¿y luego?

Esta fugacidad da superficialidad, pues nos roba la memoria. Quien crea que el tema central de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury es la censura de libros está, a mi modo de ver confundido; la amnesia, ese es el drama. Ortega, aunque acaso un poco superficial y fugazmente, dice que la memoria, más que la inteligencia, es lo que nos distancia de los animales. Es curioso cómo desde Kant, aproximadamente, ha ido desapareciendo la tríada entendimiento, memoria, voluntad, previamente sumida en la clandestinidad por la bina entendimiento-voluntad; ahora normalmente se habla de entendimiento, sentimiento, voluntad. ¿Por qué desgajar el sentimiento del entendimiento? ¿Acaso el sentimiento no nos da también a conocer la realidad en la valoración de la misma en que estemos? Por cierto, la discípula de Husserl, Edith Stein, tímidamente, en su obra inconclusa por razón de su martirio Ciencia de la Cruz, al contacto con S. Juan de la Cruz, empieza a recuperar la tríada con la memoria.

Sin ésta el hombre se despersonaliza, pues de ser señor de sí mismo, pasa a ser poseído por lo que se va sucediendo, aproximándose peligrosamente al esquema estímulo-respuesta. La memoria nos posibilita el tener dominio, ser propietarios. ¿Problema de avaricia? No. Solamente el que se tiene a sí mismo en sus manos y, consigo, su mundo, puede darse y darlo.

Mañana, después de este pequeño preámbulo, nos sumiremos en la cuestión. Mientras tanto y para ir calentando motores, esta cita de un amigo con quien con frecuencia discrepo, pero al que escucho, porque siempre, aún en el desacuerdo, me descubre algo, aunque sea eso, la postura que hay en mí y que no es suya:

No es, lector, por puritanismo por lo que quien ahora y aquí te predica se revuelve acremente una vez contra el vicio del juego, otra contra el donjuanismo erótico, otra contra cualquier otra plaga social análoga, sino que es porque todo eso degrada la inteligencia y produce la tontería colectiva. Y la tontería es el mayor enemigo de la civilización. […] Soportaría a un pueblo corrompido si fuese inteligente, pero donde hay salas de juego a cada paso y donde la preocupación dominante es la del sexo, el pueblo no es inteligente. […] Y si a esto se añade que en una sociedad cualquiera, en una clase social o en un estado, sea de mal gusto hablar –y hablar con pasión– de problemas religiosos, entonces no vacilo, esa sociedad es de una tontería irresistible. […] Y una sociedad así necesita una violenta conmoción catastrófica que le obligue a despertarse al sentimiento de la vida eterna, que le fuerce a mirar a los ojos de la esfinge. Y entonces no se aburrirá. La tragedia no aburre. Y las sociedades deportivas y eróticas son una sima de aburrimiento. Y en el fondo, tristes. (Unamuno)
Creo que la condicional que pone mi amigo nunca se da, la inmoralidad trae tontería siempre, porque bondad, verdad y belleza van de la mano. Pero este matiz tal vez nos desvíe del tema. Creo que, grosso modo, el dibujo de nuestro contexto social se aproxima bastante.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante esto que dices de la memoria, pues de lo poco que estudie sobre ella, es una cualidad humana indispensable pero ademas movida (su motor)es el Amor, que no es completamente lo mismo que "el afecto", aunque algunos lo confunden..

Me intrigaba cómo oia decir millones de veces en la facultad de Psicologia que el hombre tenia la capacidad instintiva de "no recordar" el dolor, pues si lo recordara sufriria eternemante, constantemente y que, sin embargo, las afecciones positivas dejaban una impronta. Por ejemplo, dicen que la mujer no recuerda el dolor de un parto. Bueno, yo no estoy de acuerdo con esto y me parece la simplificacion de la que hablas: confundir la memoria con la sensibilidad..Quiza ya en su dia me choco por que tenia "memoria" suficiente para que me chocara, pues muchos de los recuerdos de mi infancia estaban ligados a trascender el dolor..y muy pocos a afecciones positivas

Por otro lado, tratar de borrar o suplantar la memoria propia o ajena es imposible... por injusto. Aunque podemos lograr emborronarla lo suficiente si nos vamos embruteciendo.
Y, porque los hombres privados de las cosas sagradas no son nada, lo justo es salvar lo que es sagrado a costa de uno mismo si es preciso, pues asi se llega a ser, de lo demas no queda nada.
Se puede tratar de emborronar, la verdad subyace y esta presente ..luego, lo dificil es verla si uno ha logrado cegarse lo suficiente..y en eso si que influye la sensibilidad.

De que depende que uno tenga el valor de sacrificarse por lo sagrado?? Es un don de Dios? como la inteligencia, la memoria y la voluntad?
Se me ocurre un dicho que he oido, que espero os guste:

"Lo que Soy es un regalo de Dios . Lo que hago de mi, lo que llego a ser, es un regalo mio a Dios"

En fin, no se si este comentario esta a la altura, solo queria confirmar esa particular coincidencia entre aquello que levantaba mis dudas en la epoca universitaria y tu comentario de hoy

Maria Jose

Anónimo dijo...

María José, haces una pregunta muy interesante : "¿de qué depende que uno tenga el valor de sacrificarse por lo sagrado?"

El valor se demuestra con hechos. no con palabras.
Si verdaderamente tienes fe (crees en Dios, cres a Dios, crees que Dios te ama infinitamente), serás capaz del mayor sacrificio incluso del martirio sin pensar que estás haciendo algo extraordinario. Será lo natural.
Besos.