sábado, 17 de enero de 2009

Un consejo de S. Antonio

Como hoy es S. Antonio el Grande, vamos a degustar uno de sus apotegmas.

Preguntó uno al abba Antonio: "¿Qué debo hacer para agradar a Dios?" Y el anciano le respondió: "Haz lo que te mando: dondequiera que vayas, ten siempre a Dios ante tus ojos; para cualquier cosa que hagas o digas, básate en el testimonio de las Sagradas Escrituras; en cualquier lugar que mores, no te vayas enseguida. Observa estos tres preceptos, y serás salvo".

S. Antonio se preocupa en primer lugar de la atención. No se trata de tener pensamientos sobre Dios. No es poner nuestra atención en la imagen o imágenes que podamos tener sobre Él, sino que toda nuestra atención, en cualquier circunstancia, esté en Él; cuando esto es así, todo lo vemos, oímos, gustamos, palpamos, etc. en Dios. Cuando nuestra atención está en Él, todo cobra su propio relieve. Por ello, es tan importante educar la atención. En ello, en buena medida, hacemos lo que hicieron los primeros discípulos, dejarlo todo y seguirlo. Cuando dejamos de poner la atención en las cosas y la ponemos en Dios, las recuperamos todas en Él; recibimos ya el ciento por uno.

Todo lo que hagamos o digamos que esté basado en la Sagrada Escritura. Para lo cual, ella debe de ser cimiento, el humus en el que estemos enraizados. No se trata de cotejar con nuestros pensamientos o nuestras acciones con algún pasaje bíblico. Tenemos que alimentarnos de la divina palabra de modo que por metabolización espiritual la hayamos hecho nuestra que hasta la sudemos. Entonces nuestro obrar será testimonio de Dios, pues solamente hacemos nuestra la Palabra cuando ésta nos hace suyos. Con razón, la Lectio divina era central en la vida de los monjes.

Y cultiva la quietud. Estés donde estés, no sea como los animales que entre el estímulo y la respuesta hay continuidad. Que no te dejes manejar y mover, sino que todo cuando llegue a ti se pose en la quietud divina, de Dios que mora en la cámara central del castillo, y desde allí brote la respuesta. 

2 comentarios:

Giocondo dijo...

La verdad padre es que sobra cualquier comentario al apotegma , incluído el mío , pero ya que estamos vivos será pa comentar :
Ver a Dios enfrente: en el próximo obviamente
Seguir su palabra : ESCUCHARLE,

EN cualquier lugar que mores , no te vayas enseguida....LA CONSTANCIA en lo que se ha escuchao ...CIAO

Anónimo dijo...

"Que toda nuestra atención esté en Él".
Entiendo que estando en Dios, vemos todas las cosas en Él y desde Él y Él nos da a ver todo con el verdadero valor (vd. lo llama relieve) que tiene. No con el valor que le damos nosotros, sino su verdadero valor.
Esa capacidad que Dios nos concede nos hace descubrir lo único que vale de verdad y que gastamos la vida preocupandonos por baratijas y despreciando el verdadero tesoro para el que hemos sido creados.

¿He entendido bien?

Me parece un ejemplo muy gráfico "metabolizar la Palabra, hasta que la sudemos". Sólo así seremos auténticos testigos de Él.

Por último la quietud.
Es lo más difícil. Hace falta entrenamiento.
Creo que tiene que ver con Sta. Teresa "nada te turbe, nada te espante..."