jueves, 2 de abril de 2020

Jn 8,51-59. Más allá






51En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». 52Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? 53¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». 54Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, 55aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. 56Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». 57Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». 58Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». 59Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.


Estos días estamos viendo todos la muerte cerca y de muchas maneras. Vemos cerca la muerte de la economía en muchos aspectos y de la vida que hasta ahora llevábamos, vemos amenazada la vida de un régimen político y de un orden mundial. Pero, ante todo, vemos rondando la muerte.

Toda seguridad, por grande que sea, ante la muerte no garantiza nada, ella lo arruina todo. Pese a que muchos son los que quieren convencernos de que debemos aceptar nuestra finitud y no tener que esperar nada más, sin embargo, nos resistimos a morir, no queremos dejar de existir, queremos seguir siempre siendo y siendo más, queremos poder amar eternamente a quien amamos.

Estamos en unos días que son una gran invitación a meditar sobre la muerte, a palpar en nosotros mismos que no solamente mueren los hombre, sino que también muero yo, no pensarlo, sino sentirlo profundamente.

Y, junto a la muerte, acecha con ella el temor y el peligro de ser esclavizados por el miedo a ella.

Acampar en la Palabra es vivir en el ámbito de la libertad y también el lugar que, no negando que muramos, nos lanza más allá de la muerte: «Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».

@GlosasM

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