sábado, 21 de marzo de 2009

II - Jesús carga con la Cruz. Filipenses 2,5-8

Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no se se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó, obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de cruz (Flp 2,5-8).
Jesús ha sido condenado a muerte. Para eso había venido. El Hijo de Dios no se hizo hombre en abstracto, porque solamente se es hombre de manera concreta, nunca se es hombre al margen de la circunstancia. Y, en ella, el hombre lo es para algo. Jesús a nada de eso hizo excepción.

Y, en este mundo marcado por el pecado, no se desentendió de las consecuencias de él La condena a muerte no era algo extraño para Él. Porque el salario del pecado es la muerte (cf. Rm 6,23) y Jesús no solamente vivió en una historia hecha por los hombres de espaldas a Dios, sino que, para cambiar su sentido y liberar al hombre de su esclavitud, asumió sus consecuencias.

Siendo absolutamente libre, se hizo esclavo, en obediencia total, y a lo que se aferró fue al salario que quiso para sí, el salario que me correspondía a mí, la cruz, la pena de muerte para los esclavos y maldición (cf. Dt 21,22s).

Y S. Pablo nos dice que entre nosotros -se refiere en primer lugar al vosotros que forma la comunidad de Filipos- deben reinar los mismos sentimientos que tuvo quien cargó sobre sí la cruz de cada uno de nosotros, porque el no merecía la muerte, Él nunca pecó. En la última cena nos dijo a los discípulos que nos amáramos recíprocamente como Él nos ha amado (Jn 13,34). Los demás nos reconocerán como discípulos si tenemos entre nosotros un amor mutuo consistente en cargar con el pecado del hermano.

¿Y, al enemigo, con quien no puede haber reciprocidad? Cristo murió para reconciliarnos con Dios. No tuvo que esperar a que fuéramos sus amigos, a que pudiera haber reciprocidad; se entregó por mí cuando aún era su enemigo (cf. Rm 5,10).

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estamos dejando que nos roben a nuestros hijos.
La humanidad está enferma, muy enferma. Síntomas:
- las madres matan a sus hijos en sus vientres;
- abandonan en asilos a sus mayores;
- ceden el privilegio de educar a sus hijos al Estado;
- dejan morir de hambre y sed a los que no se pueden alimentar por si mismos.
- vueltos de espaldas a Dios, han frabicado ídolos.

Nunca es tarde, no perdamos la esperanza, Cristo es nuestra esperanza y murió para reconciliarnos con Dios.

Anónimo dijo...

EN REINO UNIDO
Un tribunal ordena dejar morir a un niño pese a la oposición de los padresLos padres de un niño de nueve meses, aquejado de un extraño trastorno metabólico, han perdido su batalla ante los tribunales para prolongar su vida. En un comunicado, afirman que valía la pena preservarla.

LD (EFE) El matrimonio británico perdió el recurso contra el veredicto pronunciado el jueves por un juez que dictaminó que lo mejor que se podía hacer en favor de la criatura era retirarle el sistema que le mantenía artificialmente con vida, según informa este sábado la BBC.

Los padres se declararon "profundamente acongojados" por la decisión judicial y se mostraron convencidos de que valía la pena preservar la vida de la criatura. "Estamos y seguiremos estando siempre convencidos de que, a pesar de los gravísimos problemas que sufre, su vida es valiosa y merece la pena conservarse mientras sea posible y siempre que no le cause dolor indebido", afirmaron en un comunicado.

Los padres señalaron sus diferencias con los médicos que atienden al niño: "Ellos creen que su vida es insoportable y que su incapacidad es tal que no tiene sentido que siga vivo, pero nosotros, y algunas de las enfermeras, creemos que es capaz de experimentar placer y que hay momentos prolongados en los que no sufre dolor y está relajado".

Los padres reconocieron que los médicos han decidido poner fin al tratamiento en las próximas veinticuatro horas y que ahora sólo quieren disfrutar con su único hijo "el poco tiempo" que le queda.

El hospital donde es tratado llegó a la conclusión de que el niño sufría dolores intolerables por culpa del tratamiento al que está sometido y que no tenía posibilidad alguna de recuperación.