Yo soy la verdadera vid, vosotros los sarmientos -dice el Señor-; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante. Aleluya (Jn 15,1.5).La antífona de comunión del pasado domingo nos trae una imagen vegetal. Hay muchos que tienen la pretensión de ser vides y alimentar a los sarmientos con su savia. Pero Jesús que se ofrece en alimento, cuando nos vamos a acercar a comulgar, nos dice que Él, no otro, es la verdadera vid.
Comulgar no es solamente recibir el alimento de Cristo. La comunión es permanecer en Él y Él en nosotros. En la vida del cristiano, tiene lugar anticipadamente la vida del cielo, porque ésta es participación de la vida trinitaria, en la que cada una de las Personas está en las demás y, a la vez, en cada una están las otras.
Este permanecer en Cristo tiene lugar por la fidelidad a lo recibido. Sin su gracia no podemos dar frutos de vida eterna. Pero, a la vez, el dar frutos de vida eterna es lo que nos hace permanecer en Él, pues es así cómo somos fieles a lo recibido. Jesús tiene la iniciativa, sin Él no podemos hacer nada. Pero una vez que nos hace capaces, estamos en situación de permanecer fieles a aquello en donde estamos. Y, como eso es el Amor, amando, que es el fruto de vida eterna, es cómo permanecemos en el Amor.
Aleluya. Sea por ello Dios alabado.
1 comentario:
Callen las palabras para poder escuchar en el silencio.
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